IMPOSIBLE NO HABLAR DE PETRO
Por Juan Manuel López Caballero

Quien tiene vocación real de servicio público se puede encontrar con dificultades para cumplir ese cometido. Se trata de menos del uno por ciento de quienes aspiran a ser funcionarios, puesto que el resto lo hace por motivos económicos, por ambición, por vanidad, por falta de otras opciones o incluso porque se lo facilitan vínculos personales o familiares que puede tener.

Es obvio que quienes tienes esa verdadera vocación se encuentran en desventaja en comparación a quienes desean acceder a los puestos públicos por cualquier camino, para cualquier cargo o bajo cualquier jefe o gobierno. Difícilmente pueden competir por el camino de ganar unas elecciones. Sí habría la posibilidad para el caso de los puestos de nombramiento que por supuesto tendrán la misma competencia, sólo que entonces ésta será únicamente ante el nominador.

Pero también en esa situación puede resultar que no hay compatibilidad con quien puede hacer esa designación o incluso que aparece una eventual incompatibilidad respecto a sus orientaciones o propuestas. Le toca entonces decidir si se resigna a no aportar lo que desearía y podría ser su contribución a ese bienestar general; o si se arriesga aceptar una responsabilidad, pensando que podrá mantener una cierta autonomía dentro del nicho que le asignen, o que en alguna medida morigerará la tendencia que se le impone aunque no la comparta.

Para ilustrar hasta dónde puede llegar esta disyuntiva tenemos lo que podría suceder con el gobierno de Petro.

Porque por más espíritu de servicio y buena intención que se tenga para aceptar un cargo bajo lo que hasta ahora se ha visto de este nuevo alcalde, los motivos que cuestionarían la razonabilidad de esa posibilidad son demasiados para que, aunque no sea como simple pretexto sino como verdadera motivación, se justifique entrar a formar parte de su equipo.

Lo primero sería ¿Cuál sería ese equipo? La trayectoria de Petro no muestra muy claramente en qué cree, para dónde va, o sobre todo con quién comparte sus objetivos y sus batallas.

Él mismo M19 nunca fue un movimiento doctrinario con propuestas concretas de cambios para la sociedad. Mal se hace en clasificarlo como lo que convencionalmente se llama 'de izquierda' puesto que nunca planteó en lo económico un sistema alternativo o en lo político un cambio de modelo de Estado, sino se limitó a pedir un cambio de formas de administración y más precisamente de administradores (asumiendo que ellos lo harían socialmente mejor). El hecho de tomar las armas no los vuelve una propuesta de izquierda y sin embargo en eso encontró Petro su primera afinidad. Como el mismo lo defiende, él no fue del M19 sino que estuvo como de paso en esa agrupación. Hoy dice que ni fue dirigente ni participó en acciones ni respalda lo que ella hizo. Algo parecido sucede con el Polo, en el cual también estuvo o pasó por él sin identificarse con los planteamientos de ese partido, al punto de reivindicar hoy que lo que más tuvo fueron distanciamientos. No se trata de abandonos sino simplemente de falta de pertenencia por no coincidir con sus propósitos.

Tampoco es fácil pensar que el objeto de su interés había sido la suerte de la capital puesto que nunca se informó específicamente por sus problemas ni adelantó su actividad política en ella. Esto hace que no tenga propuesta ni visión alguna de la ciudad, no solo por esa falta de interés y vinculación sino por falta de conocimiento. La improvisación y los planteamientos generales abstractos de 'la Bogotá del medio ambiente' o la 'Bogotá humana' pretenden remplazar la total ignorancia sobre la problemática administrativa, jurídica, económica, que lo han llevado a proponer cosas imposibles en esos aspectos.

Acercarse al gobierno también es difícil por la personalidad de quien es su cabeza. Petro tiene naturaleza de francotirador. Está hecho para la oposición y tal vez más exactamente para buscar enemigos y acabar con ellos. A eso se dedicó en su actividad anterior y es lo que ha seguido haciendo como gobernante. Atacar u oponerse al ALO, a los toros, a la gestión de la Alcaldesa que lo antecedió, al Metro, al Concejo, etc…

Las grandes habilidades y capacidades en una persona pueden ser favorables cuando sirven para superar obstáculos en pos de una causa buena; pero igual de eficientes pueden ser al servicio de algo indeseable o simplemente inútil o negativo. La mayor muestra reciente de eso la vivimos en los últimos ocho años.
Aunque la evaluación de 'los primeros cien días' no es una tradición para calificar una gestión, sí lo es para tener una aproximación de lo que puede ser el resto de un mandato. En ese sentido no son buenas las perspectivas.

Y no parece ser coincidencia que Navarro haya renunciado… Atreviéndome a especular, y siguiendo la mención que éste hizo a que le deseaba suerte a su sucesor con las relaciones con el Consejo de Bogotá, supongo que su renuncia se debe a que le pusieron a manejar la confrontación que su jefe desea con el Cabildo. Con el antecedente de haber gobernado y los buenos resultados que tuvo, poco debe llamarle la atención asumir esa misión.

Es probable que el 1% arriba mencionado también empiece a tener esas preocupaciones…

Abril 2 de 2012.