CUANDO LAS ELECCIONES DEJAN DE SER UNA PÁGINA EN BLANCO
Por Juan Manuel López Caballero

 

Los comentarios sobre elecciones parecen una página en blanco que se va llenando con lo que dicen las encuestas. Pero no dicen cómo y porqué se llega a la situación actual.

En un certamen electoral el negativo de un candidato muestra el campo de hasta dónde podría subir si no hubiera competidores. Solo por el voto en contra de otros este tope puede superarse bajo el impulso del 'voto eficiente'.

El desconocimiento de un candidato es su gran desventaja porque nadie se interesa en votar por él; pero al mismo tiempo la falta del negativo correspondiente le ofrece un potencial alto de crecimiento.

Cuando no hay un aspirante con suficientes antecedentes de liderazgo ni de ejecutorias, o que por su trayectoria no muestre coherencia en sus propuestas ni represente claramente ninguna colectividad, prolifera la presentación de 'independientes' que sienten que la capacidad personal es lo único que cuenta. Se vuelve entonces más determinante el negativo de cada uno.

Quien tenga un negativo más alto de 50% no tendría posibilidad de mayoría absoluta, y el elegido apenas alcanzaría un porcentaje de la imagen positiva que tiene (por ejemplo si concretara la mitad de sus votos posibles apenas estaría en el orden del 20% del total de la votación), pero por la dispersión de candidatos -y al no haber segunda vuelta- podría ganar con solo la mayoría relativa.

Para los comicios actuales los tres que eran delanteros tienen el más alto negativo, los tres por encima del 50%.

Peñaloza porque se identifica con la tecnocracia, con lo gomelo de estrato seis y su talante neoliberal, ideológicamente con el centro o más exactamente lo neutro, y sobre todo su imagen es asociada con el Transmilenio. En la medida que este último ya no produce tanto entusiasmo y salen a relucir sus defectos (en especial las lozas y el que no fue solución pero impidió como opción la construcción del metro), que hay descontento con el manejo tecnocrático por la indiferencia que muestra ante los problemas de la gente, y que la total neutralidad lejos de producir entusiasmo produce inquietud, lo que ven en él es más la inconsistencia y la ausencia de toda identidad -o lealtad- política. Pero entre la promoción de su imagen en los medios y el respaldo del centro derecha ideológico, que proclaman que lo que importa es que fue buen administrador y no qué soluciones dio a la ciudad, y contando con que ese rechazo no es el más radical, tendría la posibilidad de lograr la votación más alta.

Petro aparece como un peligro para quienes temen a la izquierda revolucionaria y no ven a la persona sino su supuesta ideología o sus propuestas iniciales. A otros inquieta su evolución: pasó de ensayar la vía armada contra el Estado a insertarse dentro de él pero tratándolo como un enemigo a través de sus debates; después lo defendió ejerciendo solo como oposición a la corrupción del gobierno; y terminó después acercándose a Uribe cuando se suponía iba a ser por segunda vez reelegido; hoy solo habla de medio ambiente y retoma los programas de Álvaro Gómez de 'Acuerdo sobre lo fundamental' y de entregar la seguridad ciudadana a la empresa privada. Eso hace que no se sepa qué defiende o qué visión de Estado tiene o cuál escuela económica seguiría o a qué línea política pertenece, lo cual produce rechazo en los analistas que desearían saber para dónde iría, y en los emotivos que se indignan con su oportunismo. La izquierda solo ve -probablemente con razón- que ha traicionado a todos los que le han servido de plataforma, y que no tiene compromiso con nada ni nadie, lo cual hace que por su innegable capacidad para atacar sirva de vocero de los que son solo protestatarios, pero lo distancia de quienes aspiran a algo más constructivo. Supera en cantidad y vehemencia el negativo de Peñaloza pues da una imagen de persona de quien desconfiar, demasiado hábil y demasiado ambicioso.

Mockus despertó fervor a su alrededor al identificarse con el disgusto con la 'politiquería' en general, y en particular con el exceso de pragmatismo -más bien de ilegalidad- del gobierno Uribe. Se vio como el candidato de los valores, sobre todo de rechazo al 'todo se vale'. La imagen proyectada por los medios de que era un gran pedagogo -'el profesor Mockus-', y la idea trasmitida de que lo que se necesitaba era cultura ciudadana y que él era el ideal para promoverla (lo cual no se ve hoy tan evidente) hizo que se olvidaran el fracaso que fueron su alcaldía y media y sus pocas pruebas de capacidad administrativa. Pero sus resultados electorales desde entonces muestran nula capacidad de liderazgo y mucha confusión mental para concretar objetivos. El caso de él no es como el de los anteriores, de rechazo o de oposición sino de desencanto. Era un competidor mediocre incluso para lo negativo en la medida que la opinión que lo descalifica es solo por decepción, por la inconsistencia y la imagen de franja lunática que acabo siendo su característica.
Ya para la recta final dos 'jugadas' alteran el escenario y parece definirán el resultado.

La adhesión de Uribe a Peñaloza no le suma al Uribismo que ya estaba con él -al fin y al cabo, además de la proximidad por los factores de poder que los acompañan, había sido su candidato en la anterior elección-, pero sí le aumenta el negativo con varios de los que nunca votarían por Uribe y por extensión por quien él apoye. Aportó además la cereza del bizcocho que parece ser JJ Rendón quien produjo incluso el retiro de algunos de sus cuadros directivos. Esto dispara el negativo de Peñaloza y, de acuerdo al análisis inicial, promueve el casi seguro triunfo de Petro. Como la elección es una selección de cuál tiene menos rechazo, Peñaloza se la sirvió en papaya.

La unión de Parodi y Mockus abre una expectativa interesante ya que el negativo de Mockus como se dijo es un negativo 'suave', por desilusión de él como líder y como candidato, pero no de lo que él defiende; en la medida que Parodi se logre identificar con ello y que crean que ella sí es capaz de concretar las aspiraciones que él despertó, podría ganarse buena parte de los votos que en su momento tuvo. Algunos otros se irían posiblemente más con Peñaloza que con Petro, pero el bajo negativo de ella (comparativamente) le augura bastante crecimiento, lo que podría ser suficiente para superar a Peñaloza aunque poco probable que para ganar. Mal que bien la absoluta inexperiencia administrativa y la falta de contacto o conocimiento de Bogotá que es un lugar común a ella y a Petro -y que debería ser un elemento principal a tener en cuenta-, pierde peso cuando el voto lo que busca es qué se evita y no qué se escoge.

Con o sin adhesión de los otros candidatos a los punteros, quienes votarían por ellos se deslizarán por eso hacía los posibles ganadores (y porque siempre existe la errada idea de que acertar al ganador es ganar), y la polarización ocultará el escepticismo generalizado con las opciones que se presentan.

Octubre 3 de 2011.