BALANCES (II)

Por Juan Manuel López Caballero


Después del balance de fin de año o de 8 años de gobierno, vale la pena intentar el del inicio del nuevo año, y del nuevo periodo presidencial.

Lo evidente es que pinta mal -y muy mal-.

Emergencia social para salvar las finanzas de las empresas del sector salud (En los anteriores 8 años no se hizo la reforma necesaria y ordenada por la Corte Constitucional y hoy nada se plantea para corregir y mejorar el problema de la prestación de servicios).
Emergencia ambiental, en donde aparece la falta de inversión y de programas de acueducto y saneamiento urbano en más de 200 municipios.

Catástrofe agropecuaria, con quiebra masiva de floricultores afectados por la revaluación y las heladas, y de los arroceros por el caótico manejo de precios e inventarios por el Minagricultura y los efectos de la sequía (además de la afectación mayor de lo usual a cultivos de papa, hortalizas y ganadería por el clima).

Emergencia económica en las finanzas del Estado: en cuanto a liquidez recurre a ventas de dólares generando la revaluación que quita competitividad a nuestra industria tanto en mercados locales como internacionales; y en cuanto a presupuesto con un ajuste del gasto que afectará de forma negativa cualquier eventual contribución del Gobierno a la reactivación.

Los avances en la lucha contra la guerrilla estancados o en retroceso; las bandas emergentes y paramilitares resurgiendo; la criminalidad y la delincuencia común disparadas.

Un entorno internacional desfavorable, tanto en lo económico con la recesión mundial (el ingreso de divisas disminuido en casi 30% por caída en las remesas y el comercio exterior) , como en lo político por las orientaciones del Gobierno (aislados y bajo la insólita posibilidad hasta de una guerra).

Superados solo por Haití, tenemos la desigualdad más grande en la región con mayor desigualdad del mundo; y el desempleo masivo y el porcentaje de pobreza y de miseria mayores del continente (además crecientes).

Pero aún más grave es la situación estructural: se perdió todo principio de institucionalidad al mismo tiempo que se desechó la necesidad de una ética pública.

Los 'partidos políticos' ya ni siquiera llegan a 'maquinarias electorales' sino son simples pescadores de personajes con suficiente poder individual -politiquero, económico, intimidatorio, de farándula, etc.- para incluirlos en sus listas otorgando el aval a su candidatura.

La propuesta de echar por la borda todo nuestro ordenamiento de leyes y de derecho (para remplazarlo por 'la voluntad del Constituyente Primario' según lo muestren las encuestas) ha creado una interinidad que lo único que garantiza es la inseguridad en cuanto al régimen político que tendremos en el futuro.

Al depender de la posibilidad de un tercer periodo Uribe -sea que esta prospere o no- ignoramos cuáles serían las opciones de reglas del juego para cuando salgamos de la bendita 'encrucijada del alma'.

Con el cuento de 'el Estado de Opinión' y el aceptar que el país está sujeto a la voluntad de una persona, lo que hemos logrado es retroceder centenares de años en cuanto a lo que ha sido el desarrollo de la ciencia política. Pero, desde el punto de vista de la realidad inmediata y ya no de la teoría, lo más grave es que nos deja en un limbo, sin referente alguno para pensar en proyecciones de futuro.

Enero 21 de 2010.