¿QUÉ PASARÁ CON LOS PARTIDOS POLÍTICOS?

Por Juan Manuel López Caballero

En lo político el desarrollo es el asentamiento de las instituciones, y en el caso del sistema democrático el fortalecer los partidos, el equilibrar el sistema de pesos y contrapesos, y la independencia de los poderes. Nada más evidente que el retroceso en ese camino.

Por eso lo que sucede en las convenciones o en los momentos en que nuestras colectividades deben tomar decisiones trascendentales ameritan ser estudiadas no solo como problemas internos de cada una sino como análisis sobre la evolución del país.
En ese sentido comento el IV Congreso del Partido Liberal.

Lo bueno: El Partido recobra su identidad de izquierda progresista, la que durante los últimos 5 años había perdido. Con el nombramiento de Mauricio Cabrera como coordinador programático por parte del director-candidato se abandona el fundamentalismo mercantil y se reconoce línea social demócrata; y hasta cierto punto el Dr. Cristo a pesar de haber sido vocero del partido durante la época gavirista representa ahora más la confirmación de la influencia de Samper que el continuismo de la orientación anterior. Nada más expresivo que la languidez con la cual se recibió el discurso del Dr. Gaviria, y el contraste con las ovaciones a las intervenciones de Ivan Marulanda, del ex presidente Samper y aún más a la de Piedad Córdoba (al igual que los aplausos al nombre de Horacio Serpa). Los 'manifiestos' (contra las bases militares, contra el modelo neoliberal, en respaldo de la Corte Suprema, por un TLC más conveniente a nuestros intereses, por una política agraria social, etc.) propuestos por estos oradores fueron recibidos con aclamaciones, lo cual hizo innecesario que se votaran. De reconocer el viraje que el Dr. Pardo da a la colectividad ofreciendo un 'nuevo partido' con 'mayorías progresistas' y abandonando la teoría del 'partido de centro'.

Lo malo: que, ante la práctica desaparición de defensores de la hasta ayer línea de derecha del partido (la que solo cuestiona al gobierno por la reelección o por algunos argumentos de corrupción, pero no por la orientación ideológica ni por el modelo económico), no se protocolizó formalmente la nueva era ni se cerró la anterior. La falta de controversia impide que se llegue a conclusiones que sirvan referencialmente para motivar a quienes estaban desencantados con lo que se había vuelto el partido. Las veces que el Liberalismo retomó el poder fue cuando se resolvió por una opción clara entre las alternativas que se presentaban: uno, en la convención de Ibagué en el 29 cuando se decidió a 'prepararse para tomar el poder' cambiando la retórica de los viejos caudillos de las guerras civiles que hacían campaña alrededor de la paz republicana por la nueva dirección de los civiles dispuestos a una lucha política para volverse gobierno; y dos, cuando entre la posibilidad de continuar el maridaje de Frente Nacional como lo proponía el Dr. Carlos Lleras con su 'Carta de Bruselas' , y la defender banderas y propuestas propias como ofreció López Michelsen, optó por esto último.

Lo feo: que todavía prevaleció el manejo de la era anterior, con decisiones tomadas en 'conciliábulos de la clase política' sin que participara siquiera un representante de los delegados elegidos por los sectores abierto y social.

Diciembre 22 de 2009.