BRECHA O ABISMO

Por Juan Manuel López Caballero

El modelo neoliberal ha tenido como resultado el exactamente contrario al pensamiento liberal de 'cerrar la brecha'.

Lo notamos y lo vivimos en sociedades menos establecidas como la nuestra donde la medición convencional del coeficiente gini muestra que la forma de distribución tanto del ingreso como de la riqueza ha sufrido un deterioro creciente.

Pero otro tanto ha sucedido en las sociedades avanzadas. En todas ha aumentado el número de pobres y en todas la brecha entre una clase y la otra se ha agrandado.

La diferencia es que en países como Francia la que llamamos clase media forma el grueso de la sociedad, siendo los muy ricos y los muy pobres elementos casi marginales. En particular estos últimos se diferencian de nuestros pobres en que sus necesidades básicas -educación, salud, subsistencia en la vejez, ingreso de supervivencia- están garantizadas por un modelo que directamente a través del Estado responde por ello.

Por ello los niveles de delincuencia -incluida en ella la insurgencia- son tan comunes entre nosotros y tan inusuales en esos países. No es nuestro tipo de sangre sino nuestro ordenamiento social el que produce este fenómeno.

Lo que no se debe minimizar es el hecho de que ese modelo neoliberal no afecta únicamente las relaciones internas de cada nación. No solo tenemos desplazados internos sino también exilados que funcionan como desplazados en los países a donde llegan.

El resultado no es sólo que la brecha entre los más ricos de los países ricos están cada vez más distantes de los pobres de los países pobres, ni que la brecha entre las clases medias tiende a convertirse en abismo, sino que al exportar desplazados exportamos también una nueva categoría social, y ya no se habla solo de burguesía y clase trabajadora (la clasificación de 'baja, media y alta' no se usa tanto), sino de los inmigrantes, como exceso de mano de obra, de causa del desempleo y de la delincuencia .

Y no es por xenofobia, por rechazo al extranjero que somos poco bienvenidos, sino porque llevamos a sus mundos las características del tercer mundo: las inherentes a nuestro carácter ('malicia indígena', 'avivatadas', temperamento romántico, ánimo fiestero, etc), pero también hasta cierto punto las que forman nuestro horizonte social y económico: pobreza, desempleo, población grande sobreviviendo en el rebusque, etc.
Agosto 19 de 2009.