CRÓNICA DE UNAS QUIEBRAS


Por Juan Manuel López Caballero

Entre las actividades rurales el arroz es el que más tierras ocupa, el que más mano de obra emplea, mas transporte necesita, mas consumo de energía usa en el campo agroindustrial, más insumos compra y más producto final vende, en una palabra, es la que más peso tiene.
En el sector los precios para el productor -o sea sus ingresos- subieron en el anterior semestre hasta algo más del 100%.

Las alzas en los insumos y en el arriendo -a veces como causa, a veces como consecuencia- se quedaron atrás, un poco en el monto y un poco en el tiempo, pero dejaron buenos márgenes de ganancia.

Pero antes del ajuste total, los precios al mismo productor se cayeron y, aunque en el momento actual nada en cuanto a inventarios o a la realidad que hizo subir los precios ha cambiado, lo que se espera de las proyecciones es que seguirán bajando casi verticalmente.
El entusiasmo por los buenos resultados de la cosecha anterior ha multiplicado los 'aventureros' que se la quieren jugar a un cultivo que dio tan buenos resultados.

La perspectiva es que habrá un exceso grande de área sembrada que forzará o convertirá en una profecía autocumplida la caída de los precios.

Esta caída, que es una rebaja de costo para los molinos y los comercializadores, supondría producir un efecto contrario a las grandes utilidades obtenidas por el aumento del valor de sus inventarios, en la medida que se supone que tienen un promedio de rotación de arroz almacenado igual a lo largo del año. Pero de esto se defenderían bajando el precio actual de compra para promediar costos menos altos y vendiendo los inventarios viejos a altos precios, o sea no permitiendo que el arroz para el consumo refleje la baja hasta tanto no se agoten esos inventarios.

Es lo que está sucediendo ya que además de estar bajando el precio al productor sin que haya cambios en el momento en la oferta o en la demanda, (o sea por sola especulación sobre lo que podría pasar en el futuro) en forma simultánea y también sin razón está subiendo el precio del empaquetado final.

Como el precio internacional se redujo casi a la mitad, la tendencia a la baja es aún mayor -por contrabando y por políticas de bajar precios al consumidor por parte del gobierno-. Y para las etapas de industrialización y distribución esto no solo no las afecta, puesto que les da lo mismo comprar la materia prima externa o interna, sino que los beneficia en la medida que el precio al consumidor nunca baja.

El neto -como siempre después de cada medio bonanza - es que están dadas las condiciones para que se avecine una catástrofe en el sector: aumento de la siembra, entrada de cultivadores ocasionales sin suficiente experiencia, precios internacionales deprimidos, interés del gobierno en rebajar o por lo menos mantener el precio final del producto, interés de los molinos en bajar su costo fundamental.

Dos medidas, una coyuntural y otra estructural la evitarían o por lo menos la disminuirían: la primera, el impedir el gobierno y el abstenerse él mismo de crear expectativas falsas o ciertas, y legales o de origen de contrabando, sobre ingresos de arroz del exterior; y la estructural, la de dar vida a un mercado de futuros que controle estos saltos de precios y sirva a los productores para tener predefinido un valor de venta.

Febrero 26 de 2009.