EL COMERCIO O LA GUERRA


Por Juan Manuel López Caballero

Hemos estado abrumados los últimos días (o semanas o meses) con las noticias de los distanciamientos con Ecuador y Venezuela y los avatares del Tratado de Libre Comercio (TLC).

Leí una interpretación, interesante por lo provocativa y por no ser totalmente imposible, según la cual el bombardeo a Raúl Reyes -que sin lugar a dudas fue con algo más que la connivencia del Gobierno Bush- pudo tener el propósito de crear un conflicto (como en efecto lo hizo), con la expectativa de que los demócratas se vieran forzados a considerar que el negar el TLC con Colombia implicaba dejar abandonado al aliado en el momento en que se enfrentaba con quienes han sido enemigos declarados de los Estados Unidos.

Como se sabe eso no sucedió, y la interpretación que dan en Venezuela es que Chávez 'les salió general', y en vez de cazar la pelea (o retirándose a tiempo) les respondió con la misma moneda, apoyando al Ecuador para que cumpla ante Colombia el mismo papel que los Estados Unidos nos hace desempeñar ante Venezuela.

El hecho es que en esta guerra fría, los efectos y las armas que se verán serán sobre todo comerciales.

Aparece aquí de bulto la torpeza o la mala política de nuestro gobierno en ese sentido, al haber pretendido lograr un TLC que en nada beneficiaba al país, excepto en acercarnos más a un Gobierno que hoy repudia el resto del mundo (y su propia población), y que tuvo como costo el renunciar a la oportunidad que significaba un vecino infinitamente rico que dentro de su proceso revolucionario incluye el aumentar vertiginosamente sus importaciones.

En efecto, bajo la propuesta contraria a la de 'el desarrollo económico tiene costos sociales que toca asumir' que ha regido al neoliberalismo, el gobierno de Venezuela ha aceptado que su producción disminuirá por la huida de los empresarios, pero se ha guiado por el objetivo de 'el carácter social de la revolución Bolivariana tiene costos económicos que vamos a asumir', y, sobre la base de que tienen suficientes recursos en las reservas y las exportaciones de petróleo, están decididos no solo a abastecer de comida, salud, educación y servicios públicos a toda la población, sino a sustituir por bienes importados lo que disminuya la producción interna.

Difícil mejor coyuntura para aumentar y diversificar nuestras exportaciones y nuestros compradores.

Sin embargo, por 'hacerle el mandado a otros', nos declaramos enemigos de esa revolución, y, en vez de entenderla y eventualmente aprovecharla, el gobierno y sus áulicos se dedicaron a desprestigiarla, en parte con desinformación, y en parte presentando como fracasos los cambios que justamente ese proyecto busca.

En los últimos cinco años ha sido el país con mayor aumento de entradas pero además el de mayor crecimiento del mundo; nuestras exportaciones hacia allá habían aumentado más de 50%, pero el manejo de la relación con el Presidente Chávez por parte del Presidente Uribe llevó a que la consigna sea sustituir por importaciones de otros países todo lo que se está comprando a Colombia. Así mientras sus compras externas siguen creciendo en forma geométrica, nuestra producción de carros disminuyó en un 30% o nuestra participación en su balanza comercial bajo del 16% al 7%... pero para los defensores del Gobierno hacemos bien con seguir la actual política porque ese señor osó enfrentar a nuestro gobernante (sea éste Bush o su intermediario Uribe).