Con la angustia de quien teme perder
un padre o de quien, siendo asalariado, se asusta de lo que sería
la empresa sin el patrón, una mayoría (¿84%?)
de la población colombiana piensa en función de lo que
imaginan sería el país sin Uribe.
A otros nos preocupa lo que es hoy.
No son propiamente 'logros' lo conseguido en el campo internacional:
Perdimos el primer round en la Corte de la Haya , la cual dijo que
no existían fronteras marítimas con Nicaragua, negó
nuestra soberanía sobre las aguas que pretendíamos,
y ordenó una negociación con ellos.
En el caso del Ecuador, los países suramericanos descartaron
la tesis de la 'defensa preventiva' que Colombia creyó que
iba a ser impuesta por los Estados Unidos, y por el contrario se reivindicó
el principio de la soberanía territorial (no se 'condenó'
a Colombia porque lo aprobó y pidió excusas); y quedamos
aislados del resto del subcontinente que se negó a calificar
de terroristas a los grupos irregulares (Colombia dejó incluso
una 'protesta' al respecto).
El conflicto interno que se supone que no existe se convirtió
en 'guerra fría' con los vecinos; quedamos calificados como
el problema de la región; y el mundo interviene para la búsqueda
de fórmulas para que cumplamos al menos los preceptos humanitarios
(las Cortes de Derechos Humanos sentencian en contra de Colombia y
el desplazamiento es calificado de 'catástrofe humanitaria').
Tampoco parece haberse aprovechado bien la favorable coyuntura económica
Contrario a las expectativas del modelo de 'globalización',
nuestra balanza comercial se ha vuelto cada vez más deficitaria.
La balanza de pagos equilibra ese déficit con remesas de Colombianos
que tienen que exilarse porque la 'Patria' les niega las oportunidades
aquí, y con la enajenación al Capital extranjero de
nuestras empresas ('inversión' lo llaman); es decir que vamos
camino de ser un país en liquidación, sin bienes y sin
gente.
Las fuentes de trabajo internas son principalmente alrededor de las
armas (como militares profesionales, empleados de compañías
de celaduría, o rebusque delincuencial); con la multiplicación
de la miseria en las esquinas de las ciudades y el abrumador éxodo
del campo (no se sabe si 2.5 o 4 millones de habitantes) y sin datos
confiables sobre el tamaño del problema (el subempleo triplica
lo que supuestamente baja el desempleo).
El TLC está en un limbo, sin saber si es mejor que pase o no.
Y la revaluación, que favorece al Gobierno al disminuir sus
costos de deuda externa, acaba con la vida de las empresas (ensambladoras
de automóviles y textileras -banderas por excelencia de la
industrialización- han reducido en 30% su producción,
y la insuficiencia de alimentos nos ha llevado a casi doblar las importaciones
de hace 4 años)
Por último la institucionalidad y legitimidad de nuestro orden
democrático está más que deteriorada, no sólo
por el desconocimiento y las violaciones que han caracterizado las
actuaciones del ejecutivo y el manoseo permanente a la Constitución
, sino por la participación parapólitica en el Congreso
de la República.
Sobra decir lo que representa tener no 5 ni 10 sino ya 60 parlamentarios
investigados o sentenciados por lo que en el mundo son crímenes
de lesa humanidad (¡!).
Qué decir de la ética del 'todo se vale', propiciada
por el Gobierno, y según la cual es justificable la aplicación
por el Estado y el Ciudadano de las mismas reglas y los mismos métodos
que los delincuentes