EUROIZQUIERDA

POR JUAN DIEGO GARCÍA

Los recientes triunfos electorales de la derecha y la muy publicitada cumbre de la Unión Europea eclipsan dos acontecimientos relevantes en Alemania e Italia: la creación de un partido de la izquierda (Die Linke) en Berlín y la reunión de grupos comunistas en Roma con el propósito de dar nacimiento a un partido similar al de sus colegas teutones.

Die Linke nace como la fusión de dos corrientes sociopolíticas de inspiración socialista y comunista encabezadas por Oscar Lafontaine y Gregor Gysi, el primero anterior destacado dirigente socialdemócrata y el segundo antiguo dirigente de los comunistas de la RDA.

El asunto no sería de interés si se tratara de una reunión de nostálgicos del viejo socialismo o una asociación de resentidos sin mayor representación social. Pero, muy por el contrario, en las filas del primero se agrupan destacados dirigentes sociales y sindicales escindidos del SPD y en las del segundo las estructuras sobrevivientes del antiguo partido marxista de la Alemania del este, con fuertes vínculos en los sectores obreros y con un núcleo intelectual muy sólido. Las encuestas le otorgan al nuevo partido una respetable representación parlamentaria que podría colocarle como la tercera fuerza política en el Bundestag, donde ya cuentan con grupo parlamentario propio. El nerviosismo en las filas de la socialdemocracia alemana indica bien a las claras hasta dónde se toman en serio el surgimiento de esta competencia política y electoral que nace evocando las mejores tradiciones socialistas.

Lo más destacable de este nuevo partido es su carácter revolucionario que apuesta por el reemplazo radical del capitalismo y la construcción de un orden socialista que supere los errores del pasado y sobre todo que responda a los desafíos de la actualidad. Fieles a la tradición del internacionalismo el nuevo partido trabaja sin reservas por dar nueva vida a la lucha mundial contra el capital y se solidariza con los esfuerzos generales para enfrentar la guerra, la destrucción del medio ambiente y una globalización suicida, destacándose el apoyo a los movimientos nacionalistas del Tercer Mundo como la mayor expresión del combate contra el nuevo colonialismo.

En Italia se han reunido varias agrupaciones restantes del antiguo PCI así como múltiples grupos de acción ciudadana de toda la península. Ante la decisión de antiguos comunistas (ahora socialdemócratas) y democristianos de fundar un partido similar al demócrata de los Estados Unidos, quienes siguen siendo fieles al legado de Antonio Gramsci entienden que el espacio de la izquierda queda entonces tan solo para ellos y se dan a la tarea de repetir la experiencia alemana.

Tampoco se trata aquí de un par de nostálgicos de viejas batallas y menos de una iniciativa como tantas otras que reúne a un grupo de destacados intelectuales dispuestos a deslumbrar con nuevas interpretaciones de los clásicos. Estos socialistas tienen grupo parlamentario, forman parte de la actual coalición gobernante y su presencia en sindicatos, asociaciones e iniciativas ciudadanas no debe desdeñarse. Su decisión de permanecer o retirarse de la coalición que sostiene a Prodi puede propiciar la convocatoria de nuevas elecciones por la pérdida de la escasa mayoría parlamentaria que sostiene al gobierno o -como ya ha ocurrido en diversas ocasiones- obligar a la coalición a pactos vergonzosos con la derecha con el desgaste y el desprestigio que eso conlleva (como ocurre ahora con el SPD en Alemania).

Al igual que sus homólogos alemanes los impulsores de la iniciativa italiana tampoco se proponen reformar el capitalismo o convertirse en simples buenos administradores del capital. Su objetivo es superar el sistema y recoger las viejas banderas de la emancipación humana; tienen tras de si la muy rica experiencia del comunismo italiano y una base social sólida.

El espacio de la contestación al sistema ya no está entonces ocupado tan solo por los movimientos sociales que se destacan por su enorme capacidad de movilización, la frescura y espontaneidad de sus reivindicaciones y la creatividad de sus métodos de lucha.