ENSAYO

 

LAS NUEVAS PRÁCTICAS POLÍTICAS DE LOS SUJETOS INSUMISOS EN AMÉRICA LATINA

 

Por Robinson Salazar Pérez*

 

El mapa social que muestra América Latina después de haber cerrado el Siglo XX es complejo, abigarrado por las diversas formas de lucha que se vienen llevando a cabo, atravesado por un proceso de neocolonización criminal que intenta despojar a los pueblos del mosaico latinoamericano de sus recursos naturales y necesarios para su desarrollo, administrado por gobiernos de poca talla y temerosos de cuestionar las políticas de facto que les imponen los organismos internacionales pero decididos a evitar las protestas nacionales mediante decretos antiterroristas.

 

A simple vista, nos aparece un mapa conflictuado, las múltiples expresiones confrontativas, los desarreglos institucionales, la perdida de credibilidad orgánica de los sujetos estructurados y el desencuentro actoral para construir pactos y acuerdos nacionales no dejan un intersticio para alentar el optimismo; no obstante dentro de cada conflictividad hay una esperanza que envuelve la demanda, incentiva la participación y motiva a que el arsenal de prácticas políticas crezca cada día.

 

Intentando hallar una teoría que nos aproxime al esclarecimiento de lo que acontece, no hay mucho de donde escoger ni cortar, los recursos son escasos y la necesidad apremia para que innovemos, reposicionemos argumentos y expliquemos lo que acontece en la contemporaneidad.

 

Indudablemente que un análisis desde la perspectiva de la teoría crítica nos dice que muchas de las apreciaciones y predicciones del marxismo están más cerca al mundo de hoy que lo descrito por los teóricos neoliberales, basta releer el Manifiesto Comunista y hallamos congruencia del pensar con la realidad; pasajes que tienen que ver con la lucha de clases, la apropiación de las riquezas a través de la explotación y la inevitable confrontación entre desposeídos y expropiadores, son parte del presente latinoamericano.

 

No obstante, no debemos caer en absolutismos ortodoxos, así como hay aciertos, otras aseveraciones no encajan con la realidad, puesto que las alteraciones y cambios que se han desencadenado en los últimos 25 años, han modificado a los actores, las conductas, el tiempo social y las formas en que se articula la economía y las redes de instituciones.

 

Una de las premisas afirmaba que el futuro de la etapa imperialista habría de desatar una guerra inter-imperialista, cosa que no ha sucedido, lo que vemos hoy día es una guerra de países imperialistas contra países periféricos; incluso, ampliación de las fronteras imperialistas, ya no ocurre en el ámbito de la producción, sino que invade el área de los servicios, la educación, la salud, remesas y hasta las jubilaciones, mercantilizando estos ámbitos que eran conquistas laborales y resituandolas como mercancías que deben ser adquiridas, sin que medie el subsidio estatal y sujetas a sanciones que han inventado los organismos internacionales como OECE (Organisation for Economic Co-Operation and Development), Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional entre otras.

 

Esta nueva invasión en esferas antes no tocadas, ha recrudecido la lucha a la vez que acota los espacios para el ejercicio de la política tradicional, dado que difícilmente los partidos políticos y los sindicatos pueden llevar a cabo acciones reivindicativas para los jubilados, los sin techos o sin tierra, dado que son actores desocupados, no ligados a un centro de producción, que no aportan recursos a las arcas del fisco ni el dinero que demanda el estado; a su vez no son pieza fácil de vincular a las actividades proselitistas.

 

También se suman  nuevos actores que se desprenden de los ámbitos de servicios, estudiantes, jubilados, buhoneros, médicos y maestros quienes agregados a los desocupados, arman un arco de convergencia de varios actores heterogéneos que en la práctica han dado un nuevo significado a las luchas, puesto que son la suma de lo que la sociedad demanda; asimismo, su participación amplia, horizontal, sin esclusa en los espacios públicos donde convergen, les permite modificarlos, consciente o inconsciente, y transfórmalos de un monumento emblemático a una pizarra colectiva donde todos y cada uno puede dejar un registro de su demanda, sin que medie entre ellos un acuerdo o una decisión consensuada para convertir el espacio público escogido en una vitrina de exhibición donde cada movimiento y actor pinta su petición.

 

Basta exponerse a sitios de la ciudad de Buenos Aires, para observar esta modificación y cualquier persona que se asome a ese lugar entenderá que hay una sociedad viva, que demanda trabajo, exige el cese de hostilidades, más educación y seguridad pública, que paren los secuestros, que liberen a los presos políticos, que los desaparecidos los reconozca el gobierno y los militares, en fin, La Plaza frente al Congreso es un buen objetivo para ver la resignificación del espacio público.

 

Por lo anterior, podemos derivar que la nueva fase del imperio no solo provoca desempleo, pobreza y hambruna, sino que sus acciones son armas provocadoras para que la sociedad responda a las agresiones y a la desatención de los agentes que dañan el futuro de los pueblos. Las reacciones son un comportamiento que cualquier sujeto asume cuando es despojado de sus recursos y se le niega la posibilidad de sobrevivencia al negarle sus derechos, de ahí que haya nuevas expresiones políticas para contrarrestar el empuje de los poderes de extranacionales.

 

Pero existen otros ingredientes que aderezan el mapa social y político de América Latina, la militarización de las zonas estratégicas, biodiversidad, petróleo, agua y gas, cuatro elementos irremplazables para la supervivencia del capitalismo.

 

Indudablemente que la militarización, ya sea de tipo formal o paramilitar, se ejerce en zonas escogidas e involucradas en los planes que los EE.UU. han diseñado, entre ellos, El Plan Puebla Panamá; Plan Colombia; Plan Dignidad; Acuífero del Guaraní y región de los lagos en Argentina, conectando los intereses del sur de la frontera del Río Bravo hasta la Patagonia.

 

Mapa 1. Bases y ejercicios militares en América latina

 

La militarización es un síntoma de guerra y la guerra en América Latina es un presente porque va a suceder en el futuro de manera irremediable. La escasez de agua potable en el mundo, el agotamiento de las reservas petroleras, el gas que se disputan las potencias, y la biodiversidad que apetece a las transnacionales farmacéuticas, nos sitúan en un espacio en donde existen esos recursos pero también se da, de manera expedita, la presencia de agentes empresariales, ejercitadores de los poderes fáctico que pretenden, con la ayuda de los gobiernos locales con su conducta privatizadora, apoderarse de los recursos estratégicos no renovables; a su vez, se asoma una escalada militar que día tras días ocupa sitios estratégicos para privatizar y despojar de esa manera a las naciones de sus recursos.

 

Algo interesante y digno de resaltar, es que estos recursos casi siempre se encuentran en territorios de asentamientos indígenas y campesinas, comunidades arraigadas y ligadas sus actividades productivas a los recursos disputados. Un intento de despojo, desatará conflictos irreconciliables que rayaran en la violencia, la confrontación y las movilizaciones que engrosarán las experiencias políticas y prácticas de los actores políticos y sociales, incrementando el acervo de conocimiento y de lucha de nuestros pueblos.

 

En estas circunstancias y no en otras, han aparecido, las nuevas prácticas políticas, algunas con un antecedente pero re-elaboradas en su aplicación; otras novedosas, en tanto que el sujeto que la comporta no es el tradicional y el objetivo es distinto al de ayer; no dejan de aparecer las híbridas que mezclan dos o tres practicas en un solo acto, también las inéditas y súbitas que son violentas y fusurantes de la realidad social.

 

En el segundo trimestre del año 2004 hemos apreciado como en Chile vuelan oleoductos y estallan diversos artefactos explosivos y por otro lado, los Mapuches realizan acciones coordinadas en contra de inversiones forestales y de latifundistas, que históricamente han usufructuado su territorio ancestral; para Argentina, el arsenal crece y pobladores desocupados atacaron a los trabajadores de la contratista de Edenor y les cortaron las falanges, porque, declararon los habitantes enardecidos, que fue por "cortar la luz" a enganchados y morosos; en Guatemala surge el Bloque Antiimperialista; comunidades autónomas ocupan edificio público en Perú; Brasil se organiza y saca adelante el Partido Socialismo y Libertad-PSOL, como la expresión del sentimiento general y la voluntad de crear algo nuevo, no un autoproclamado "guía infalible", sino un camino de superación de la explotación y la opresión a la que están sometidos muchos millones de brasileños; en Bolivia los maestros toman prisionero al Viceministro de Educación; en Ecuador: 1.500 comunidades de la Sierra están preparadas para el Levantamiento y cada organización que aparece en el nuevo mapa social y político es libre de escoger su estrategia; asimismo el Grupo de Combatientes Populares GCP arrecia su ofensiva.

 

México instala un Foro Indígena y Campesino que pide cambiar el modelo mediante la fuerza social apoyando los procesos de resistencia y propuestas que surgen de luchas locales. Guatemala dice presente y cien organizaciones sociales y campesinas convocan a Gran Paro Nacional, todo ello entra a formar parte del arsenal de nuevas prácticas políticas que realizan los segmentos sociales que el modelo neoliberal ha dejado en la inopia e indefensión.

 

Estas nuevas formas comportamentales inusuales, fuera de las organizaciones tradicionales, algunas de ellas con orientación reivindicativa de techo, empleo, tierra, seguridad social y autonomía étnica, otras llevan el tinte adscriptivo, no dejan de asistir al escenario de hoy los grupos armados que renuncian a seguir el juego de la negociación tardía y sin resultados, sin embargo, todas sin excepción, son manifestaciones de nuevas prácticas políticas, en la medida que proponen un nuevo formato de dialogo, la interlocución se da fuera de las mediaciones tradicionales, las exigencias modifican la realidad política a través de las marchas, cortes de ruta, bloqueos, movilizaciones multitudinarias y la acción directa que es parte del accionar que presiona y obliga a negociar al gobierno, aunque no sea él directamente el implicado, pero está abriendo la posibilidad de una inédita forma de actuar cuando los partidos políticos están inhabilitados y se encierran en la labor legislativa, dando la espalda a la sociedad civil reclamante.

 

Mapa 2. Movimientos de resistencias en América Latina

 

Todo no es a favor de los movimientos sociales, en el transcurso del andar se han dado y se siguen desplegando agentes y acciones para doblegar la resistencia popular y destruir las prácticas de lucha de los pueblos latinoamericanos, pero no han dado los resultados que ellos, (los representantes y salvaguardas del neoliberalismo esperaban); los eventos que hemos observado, el derrocamiento en las calles de varios presidentes es la prueba más evidente de este fracaso. Estas sublevaciones -que conmovieron a Ecuador (1997), Perú (2000), Argentina (2001) y Bolivia (2003 y 2004)- constituyen sucesos mucho más significativos que los repliegues electorales que también sufrió la derecha (Venezuela y Brasil). Por ello los analistas del establishment están inquietos frente al ascenso de asonadas populares que hacen crepitar los gobiernos, a través de acciones colectivas que impugnan a los regímenes constitucionales apuntalados por un andamiaje institucional debilitado.

 

Estos levantamientos han incluido una diversa gama de revoluciones, rebeliones, movilizaciones, bloqueos de vías, tomas de fábricas y tierras, en función de la intensidad de la lucha, las reivindicaciones en juego y su impacto político. La insurrección de Bolivia es el mayor ejemplo reciente de una movilización con orientación de cambio. Al cabo de una confrontación que dejó 140 muertos, la acción directa de los manifestantes forzó la renuncia y huida de Sánchez de Lozada. La tradición de alzamientos armados mineros y campesinos volvió a emerger en un movimiento que combinó reclamos sociales (aumento salarial), campesinos (defensa de los cultivos cocaleros) y antiimperialistas (industrialización del gas).

 

La rebelión que sacudió a la Argentina (2001) no alcanzó esa dimensión insurrecional, pero constituyó una excepcional irrupción que unificó a los trabajadores, la clase media y los desocupados en un reclamo común contra el régimen político (‘Que se vayan todos’). Las 17.000 manifestaciones y 47 cortes de calle por día que se registraron durante el 2002 ilustran la envergadura de ese levantamiento.

 

Las huelgas y ocupaciones de tierras en Brasil configuran a su vez un proceso de movilización que no desembocó en rebelión. Esta diferencia con la Argentina obedece a divergentes tradiciones de lucha y al carácter más acotado de la crisis económica (que no incluyó empobrecimientos virulentos, ni expropiaciones de pequeños ahorristas). Por eso Lula sucedió a F.H. Cardoso cumpliendo el calendario electoral, mientras que Kirchner emergió de un trágico proceso de reconstitución del control político capitalistas que desafiaron los piquetes y las asambleas populares.

 

En todas las protestas latinoamericanas los trabajadores estatales y ocupados cumplieron un papel muy activo. Este sector -agredido por los invariables recortes presupuestarios que impone el FMI- encabeza la resistencia en Perú y Uruguay, y juega un rol significativo en la revuelta de Santo Domingo. También la huelga general se mantiene como la forma de acción clásica de la movilización popular y en ciertos casos -como Chile- se insinúa cierta reaparición del protagonismo obrero. En otros países, la resistencia ha estado signada por rebeliones campesinas generalizadas (Ecuador), localizadas (Colombia) o regionales de gran impacto nacional (Chiapas). La lucha social adquiere, además, connotaciones explosivas cuándo está imbricada al desarrollo de un conflicto antiimperialista (Venezuela).

 

Esta variedad de movimientos (gravitación indígena en zonas andinas, sustento urbano en el sur) incluye también un novedoso intercambio de experiencias de lucha entre distintos sectores sociales oprimidos. Un evento ilustrativo son las organizaciones campesinas y los trabajadores informales de las ciudades bolivianas han asimilado las modalidades de resistencia de los mineros. En la Argentina, los piqueteros argentinos constituyeron un combativo movimiento de desempleados a partir del aprendizaje acumulado por ex dirigentes del movimiento sindical.

 

Algo digno de analizar es cuando se torna explosivo un comportamiento multiactoral, dado que los tres escenarios más visibles, Bolivia, Argentina y Brasil no han dirigido sus baterías en el mismo sentido y el éxito  tampoco ha sido igual.

 

Argentina estuvo cerca cuando el contingente de sujetos desocupados tuvo la alianza de los ocupados; esto es, que los desocupados son la fuerza que mueve y agiliza el cuerpo del movimiento, los ocupados son los actores que ligan la política con la vida cotidiana, si se da una liga entre estos dos sectores, el gobierno y sus instituciones sienten la crisis, pero si el divorcio se posesiona sobre ellos, la posibilidad de politizar la crisis es cercana y se diluye la explosión social.

Expliquemos mejor este caso.

 

Las explosiones sociales se han iniciado en lugares donde la miseria y la pobreza reinan; el trabajo, el salario y los servicios públicos no existen; en territorios marginados y que no son atendidos ni tomados en cuenta en los programas de gobierno, lo que constituye un fenómeno que por su olvido y lejanía de las atenciones gubernamentales, son núcleo potencial explosivo sin horario político ni control social, que pude estallar al menor roce posible.

 

Desde la de sociología no existe una escala de medición para detectar cual estallido está más cercano y en que fecha puede darse; los cálculos políticos no alcanzan a medir cuando puede darse una crisis social con agentes comportamentales súbitos, cortocircuitantes y violentos. El recurso que nos queda es ir sumando el déficit de satisfactores en una comunidad, segmento social o región; por otro lado, indagar la tradición de lucha de ese segmento, que en la mayoría de las veces es un agregado de nuevos actores que se desgajaron de núcleos distintos y cada uno trae su historicidad, la cual, al ser socializada a través de las relaciones intersubjetivas, se da el trasvasamiento de saberes, experiencias, tradiciones de lucha, memoria social e histórica que van fraguando un sujeto potencialmente capaz de responder al cuadro de necesidades y de reclamar a los responsables de su marginalidad.

 

Así han surgido los sujetos portadores y ejercitadores de las nuevas prácticas políticas. Indudablemente que su organicidad es endeble, la razón de peso es que no son segmentos que han vivido por mucho tiempo juntos, tampoco han tenido una experiencia de lucha en conjunto, son agregados que se van formando en la periferia o en los sitios donde la marginalidad pulula; la tradición de lucha no está depositada en el conjunto social, sino en la individualidad y en casos específicos (lucha obrera, militante, callejera, barrial, etc) y sólo es conocida y consumida en la comunidad cuando un hecho de singularidad para todos ellos los obliga a reunirse, a romper el marco de la individualidad, los orilla a dialogar y a exponer sus puntos de vista sobre lo que acontece y los afecta.

 

Justo aquí, aflora la historicidad de cada uno y se dan cuenta que no son individuos fragmentados, sino cuerpo asociativo que existe y vive; que eran sujetos en desencuentro pero la circunstancia los unió y los sitúa en un campo de actuación irremediable. Ahora bien, esas actuaciones casi siempre son súbitas, violentas contra el estado de cosas, sacuden el ostracismo en que viven y arremeten con voluntad política contra los que ellos escogieron como opositores. Así se han configurado los cuerpos vivientes que protestan, luchan e innovan nuevas prácticas políticas.

 

Hay que dejar claro que el abanico de prácticas políticas que estamos observando no necesariamente las porta un sujeto emancipador. Esto aun está lejano, o lo vemos a mediano plazo.

 

Estos segmentos sociales actuantes, por si solo no puede llevar a una situación explosiva al conjunto de la sociedad, requieren necesariamente  construir puentes, diálogos y redes con otros grupos de la sociedad latinoamericana, ahí, en este llamado caben intelectuales, empleados medios, cuenta propia, campesinos y otros mas que den cuerpo a un sujeto más contundente, heterogéneo, convergente y de amplio peso en el conjunto de la sociedad.

 

Indudablemente que el canal más apropiado para poner en la misma frecuencia a la diversidad de actores para arribar al sujeto emancipador es la política. No la vieja e inservible política que se anidó en los partidos políticos y sindicatos; la que negociaba las demandas por prebendas a los lideres y la que pervirtió el noble ejercicio de dialogar para construir acuerdos y renovar a la sociedad para evitar los conflictos violentos.

 

La política que requerimos es la que podamos bajar a la vida cotidiana, que sea dúctil y manejable para politizar los espacios privados y públicos. Si no insistimos en apropiarnos de asuntos que tienen que ver con la privatización del agua, la energía, la biodiversidad, las patentes, la militarización, el desempleo y la necesidad de cambiar lo que no sirve y los situamos el seno de la casa, la política seguirá siendo vista como algo nocivo y corruptible; pero si ejercitamos la reflexión, el intercambio de opiniones, la búsqueda de opciones sobre lo que acontece afuera del hogar, la política se acuerpa y renace.

 

También los Espacios públicos deben ser llenados de diálogos que le den sentido a la inseguridad pública, a los secuestros, a la escasez de trabajo, los bajos salarios, los servicios públicos insuficientes y caros, al papel de las escuelas y las universidades, la corrupción y la ineficiencia de los gobiernos. Sólo así entenderíamos que hay muchas percepciones que concuerdan en una contundente conclusión, el modelo no sirve, por eso hay que actuar.

 

Lo que trato de decir, es que la política cargada de contenido en los espacios privados y públicos es convocante para la actuación, cuándo nos damos cuenta que todo puede cambiar si nos decidimos a intercambiar ideas y a dejar de ser espectadores de la vida cotidiana.

La vida cotidiana se puede convertir en el laboratorio y factoría de las nuevas ideas, de los escenarios propicios para el cambio y cómo insertarse en ella para dejar de ser un espectador y transitar al papel de actor de la historia que se vive a diario.

 

Entonces, en momentos en que la política llega y se sitúa, junto con nosotros en la vida cotidiana, irrumpen los movimientos sociales de impacto y duración, pero si la dejamos de alimentar, se aleja y nos resitúan en la fragmentación y la lucha segmentada.

 

Argentina tuvo ese efímero momento que avivó las esperanza de la izquierda y de muchos analistas, pero no se equivocaron al aceptar que había un nuevo escenario y una lucha propicia para el cambio. Aunque ahora existan muchos que señalan las equivocaciones del ayer, lo cierto fue que la vida cotidiana en todo Argentina se politizó, en las casas, las calles, en las esquinas, en los autobuses, por teléfono, en las plazas públicas, la crisis, el engaño de los partidos políticos, los sindicatos caducos, los líderes añejados, los dirigentes corruptos, etc, eran materia de reflexión, mediana o profunda, pero se daba entre todos las personas y entre ellos no mediaba quién eras, ni qué habías perdido, si eras clame mediero o desocupado, desplazado o pequeño comerciante, todos se vieron desnudos, sin horizonte y la unidad en un espacio público les daba esencia y se sentían con derecho a reclamar. Mientras la política vivió en la cotidianeidad, la  movilización permaneció y puso en jaque a los propietarios del dinero y las finanzas.

 

Lo mismo aconteció en Bolivia, las semanas que antecedieron el viernes 17 de octubre de 2003, fueron los momentos en que la política tuvo conexión con el espacio de la vida cotidiana; de igual manera había sucedido en Venezuela el 13 de abril del 2002 cuando Pedro Carmona por decreto desapareció los poderes y se dio el golpe militar técnico que desplazo momentáneamente a  Hugo Chávez de la presidencia, como rayo de luz, los hogares, las calles, los rincones se politizaron y la revuelta se dio.

 

Claro está, en el caso de Argentina y Bolivia, los agentes del poder no se quedaron inmóviles, actuaron con rapidez, construyeron acuerdos, rompieron las redes asociativas y buscaron por todos los medios desalojar a la política de la vida cotidiana, cuando ello sucedió, otra vez se notó el abismo entre clase media, deteriorada pero ahí está, y desocupado pobres. La vida cotidiana se cargo de vicisitudes por la sobrevivencia, la singularidad negó lo colectivo y cada quien es un segmento que busca luchar por lo que necesita en el presente.

 

Qué son las nuevas prácticas

 

La práctica o acción política se inscribe en un modelo acción colectiva que se realiza en un espacio público y que es síntesis de un acto político.

El sujeto que lleva a cabo la acción de protesta no es único y homogéneo, sino que es diverso y heterogéneo, todo está en función del tipo de acción política que se lleva a cabo, por tal razón es una construcción analítica, no un objeto empírico, cuyo eje central es el conflicto.

 

El conflicto gana centralidad es la construcción analítica de las nuevas prácticas políticas, en la medida que es el centro generador de la protesta, de la movilización y hasta de la violencia, por tanto la actuación actoral la definimos como una acción colectiva que reúne rasgos identitarios para aglutinar y movilizar al un(os) grupo(s) humanos que son afectas por la ola conflictiva. Con la salvedad de que la acción política no se agota en una manifestación, sino que produce y se reproduce, guardando momentos de latencia cuando no aparece en el escenario público.

 

Existen argumentaciones teóricas que explican el recurso de la protesta como la herramienta política más eficaz de los sujetos que carentes de poder (powerless) o que no están representados por las estructuras orgánicas tradicionales. Por esa condición, la protesta es un núcleo activo y reactivo que desencadena otras formas de acción políticas como los cortes de ruta, toma de edificios, cierre de oficinas, movilizaciones y concentraciones en espacios públicos emblemáticos.

 

Esto nos dice que la protesta es la expresión observable de un conflicto, que se manifiesta en un espacio público a fin de dotarlo de sentido y desde ahí, manda un mensaje a los demás actores que no se han movilizado para que se sumen y abandonen la inactividad.

 

La protesta es parte del arsenal de experiencias políticas renovadas, pero cuando se hacen visibles en los medios de comunicación, logran una entidad tal que, a todos y cada uno de los espectadores, se nos presenta como una tarea pendiente a realizar (Lenguita. P.2001), por esa razón tiene dos connotaciones, una es como ejercicio de un modo de acción política, la otra, la necesidad de que impacte en los medios porque a través de ellos vincula a otros sectores, convoca a los movimientos aislados a que se unan a la protesta y a la vez da pie para ir fraguando un domo convergente construido con cemento social insumiso.

 

Una definición que aporta a nuestra intención es la construida por Farinelli, quien define la protesta pública como una manifestación colectiva de carácter público, directo y discontinuo, que expresa desacuerdos y reclama soluciones frente a cierto orden de cosas (Farinetti, 2000)

 

En todo esto de las protestas, cierre de calles y bloqueos de vías, hay algo interesante que resalta como novedoso, el papel que juega el espacio público como ámbito abierto donde todos podemos acceder y debemos llevar a cabo la protesta; porque muchas veces protestamos en lo privado, dentro de la empresa, en los recintos universitarios y al interior de las oficinas.

 

Visto así, el espacio público estaba perdiendo significancia, sin embargo, la acción política de los sujetos insumisos lleva el acto de denuncia y de reclamo a lo público y justo ahí está germinando una semilla de identidad colectiva con diversos grupos que se suman a la protesta. Entonces el espacio público se convierte es foro convocante, dialógico estructurante donde se resuelve la identidad colectiva de los nuevos movimientos, se descubren afinidades, se jerarquizan las prioridades de lucha y se resuelve en función del saldo de las diferencias.

 

Situados desde este ángulo, la protesta asume las modalidades ya mencionadas, donde la mayoría de ellas se cristalizan en espacios públicos, como una expresión y necesidad de recuperar lo público para todos y a la vez mostrar el grado de osadía y decisión que se tienen para realizar actos de este tipo.

 

Hay dos ingredientes importantes en las protestas: La osadía y la decisión es una actuación colectiva, donde las dos invitan y contagian a otros sectores sociales (barriales, sindicales, estudiantiles, de género, gay, indígenas, desocupados, buhoneros, pensionados y populares) para que se sumen y salgan de su inactivismo o sumisión, provocando cierto grado de asociatividad entre las organizaciones que adoptan la revuelta como acción política. Aquí se denota un movimiento con dos  dimensiones, por una parte el amplio abanico de generalidad que incorpora todo el espectro social excluido o expoliado, por otra, el grado de agregación que está provocando alrededor del instrumento de la protesta pública. Naturalmente, se han integrado por la eficacia que han tenido los movimientos hasta ahora para protestar y para construir alternativas tales como autoempleo, recuperación del trabajo, comedores populares, ollas vecinales, trueque, escuelas comunitarias, vigilancia popular, entre otros. Estos logros no son alternativas que resuelven todos los problemas, pero son escaños para mantener en vida la lucha y seguir en pie y movilizados.

 

Muchas veces la protesta, en las modalidades que reseñamos en párrafos anteriores, se viene dando fuera o al margen de los partidos políticos y de toda estructura orgánica tradicional, lo que convierte al sujeto practicante en un interlocutor nuevo que se sitúa frente al gobierno de manera distinta, en la medida que exige y busca el diálogo abierto, público y de cara a la sociedad que representan. Esta actuación le ha abonado a los actores que se vehiculizan a través de la protesta (Piquetero, Sin Tierra, Sin Techo, desempleados, indígenas, minorías sociales, desplazados de guerra, etc.) dos ingredientes nuevos: La legitimidad que adquiere la protesta como acción política y de representación simbólica, dando a entender que es la forma de lucha de los nuevos actores insumisos y que cada día que pasa integra a más sectores en ese tipo de acción.

 

Por eso, la protesta, es símbolo porque crea discurso público y acción porque materializa su contenido político dentro de un escenario abierto de representaciones sociales (Naishtat F, 1999), es pensamiento rebelde donde se inscribe un sujeto colectivo (el nosotros del mensaje) y es reclamo en la medida que se presenta como una estrategia de acción común (Lenguita. P, op, cit) que demanda soluciones.

 

La protesta tiene varios rostros, hay veces que transita por la vía pacífica pero otras veces le ha tocado hacerlo por las veredas de la violencia, en San Salvador Atenco, México, en el Chapare, Bolivia, en los campos de Brasil, en las calles de Caracas y en las localidades de General San Martín, Tartagal y Cruz del Eje en Argentina, en los municipios de Antioquia, Colombia, con los campesinos en Nicaragua y Guatemala, todos ellos  han encontrado en el gobierno el referente o ente político a quien reclamarle y enfrentar, porque él representa a la Constitución y a su vez es el garante de sus derechos ciudadanos y si son violentados, pues hay que reclamarle a quien los garantiza.

 

El gobierno y sus asesores, temerosos de que la protesta fertilice las tierras del descontento y amplíe su radio de acción en manos de los millones de excluidos, ha decidido criminalizar los actos y acciones de los insumisos a fin de negarles sus derechos porque actúan al margen de la ley; además, un criminal no puede tener vigente sus derechos, por ello al encajonarlo como delincuente le sigue negando lo que reivindica el actor movilizado y le imputa otros cargos adicionales.

 

Pero las protestas no son la síntesis del conjunto de la caja de herramientas políticas que trae el nuevo sujeto en estructuración, hay otros estilos de acción política, la que quiero destacar es la lucha armada, cuya composición es distinta a las practicadas por las guerrillas, si bien tienen como antecedente inmediato las experiencias de la guerra de guerrilla, la organicidad es distinta, la lógica del cuadro de operaciones también y el objetivo trae un color nacionalista, popular, recuperador de los recursos expropiados y coadyuvante de un proceso de socialismo democrático.

 

Hoy día la lucha armada no es un recurso retardatario, sino la forma política de mayor vigencia en un mundo donde la guerra es presente por lo inevitable de que suceda, y la defensa de los recursos estratégicos no va ser  por la vía diplomática, sino con los pueblos armados poniendo un  alto a las usurpaciones criminales.

 

Abundan los registros en donde la lucha armada apareció y está vigente, no como una moda “retro” , sino como la beligerancia que da respuesta a la nueva guerra, observemos qué países se convierten  en zonas vulnerables para la nueva guerra, por poseer recursos naturales no renovables, pero apetecidos por las empresas transnacionales.

Mapa 3. Zonas petroleras latinoamericanas

 

Ecuador se coloca en una zona vulnerable, amen de la incapacidad política de Lucio Gutiérrez, por la urgencia con que está tramitando la Ley de Hidrocarburo mediante la cual la empresa privada explotará los campos estatales de Shushufindi, Sacha, Lago Agrio y Yulebra-Culebra, desnacionalizando uno de los recurso del país pero dañando la sobrevivencia de los habitantes, de ahí que grupos armados resurjan para contener esta expropiación criminal.

 

Otros países que no han tenido en su pasado una tradición larga de lucha armada, pero tampoco están exento de ello, son México, Costa Rica y Panamá, no obstante para el caso de la tierra Zapatista, el ajedrez político se alteró y aparece un mapa elocuente: ver anexo uno.

 

Si bien son varios los grupos armados, lo cierto es que no están en plena concordancia en su actuación militar, operan de manera fragmentada pero su presencia está  distribuida como lo indica el anexo.

 

Los más fortalecidos se hallan en la región del Plan Puebla Panamá y regiones colindantes, precisamente donde hay una abundancia de recursos de petróleo, hídricos y biodiversidad.        

 

Mapa 4. Recursos hídricos y biodiversidad

 

Esas agrupaciones son una respuesta a las intenciones y objetivos de los Planes regionales (Plan Puebla Panamá, Plan Colombia, Plan Patriota, Plan Dignidad) y a los operativos militares en la zona del Iguazú, los lagos y la Patagonia, cuya estrategia está orientada a la apropiación indiscriminada de todos los recursos de Latinoamérica.

 

Los intereses son de tipo económico, en el ramo petrolero, privatizar las reservas potenciales del Golfo de México, aunque ya han iniciado su extracción, pretenden arropar la zona que le pertenece a México y Cuba, de ahí que hayan incrementado su explotación en un 535% en petróleo y 620 % en gas. Además, la zona denominada 5 fronteras (Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela) tiene un potencial de oro negro enorme. (Delgado Gian, 2004)

 

Con el agua y la biodiversidad, tienen en la mira la región Andino-Amazónica (petróleo, gas, madera, biodiversidad y piedras preciosas) e interconectar la región con cableado y producción de energía a través de los siguientes objetivos: canal alterno a Panamá en el Chocó colombiano por el río Atrato /Truandó; impulsar la red Fluvial Sudamericana (SARS-IFSA) que unirá el río Orinoco con los ríos Negro, Madeira, Mamoré, Guaporé, Paraguay, Tiete, Paraná y de La Plata, lo que conectaría a Venezuela con Argentina. Asimismo, la región en donde nacen los ríos más importantes de Sudamérica compite con el Iguazú en tener las reservas inmensas de agua, cuando este vital liquido escasea y se comercializa a través de las privatizaciones, el Gran Amazonas compuesto por los ríos Caquetá, Putumayo, Apaporis y Vaupés en Colombia; Napo en Ecuador, Marañón y Ucayalli en Perú, son parte de la mesa que se quieren servir los empresarios depredadores.

 

En esas zonas están apareciendo las nuevas prácticas políticas en campesinos, indígenas, obreros y desocupados; también se relanzan los grupos armados de Sendero Luminoso (Perú), Alfaro Vive (Ecuador), la Coordinadora de Guerrillas Andino Amazónico entre Perú, Ecuador y Colombia; Bolivia cuenta con brazo armado que trabaja con el Movimiento Al Socialismo /MAS/ de Bolivia; Chile regresa con grupos armados que atentan contra oleoductos y centros comerciales emblemáticos; en Ecuador y Perú crecen los movimientos antiimperialistas; Guatemala se reorganiza, en fin, la lucha armada resurge como la fuerza organizada y militar que le da respaldo a los nuevas acciones que los sectores populares, campesinos y desocupados esgrimen en la época de la nueva guerra del imperio contra Latinoamérica.

 

En síntesis, quiero destacar que desde el último tercio de los 90, América Latina se ha convertido en un laboratorio de fenómenos sociales y políticos, al calor de la tendencia ascendente de la lucha de clases. En la base están las profundas transformaciones económicas y sociales que impuso la penetración del sistema económico neoliberal durante la década pasada. En las alturas, la crisis política y la creciente inestabilidad invade a la región, socavando a los regímenes políticos y llevándolos a la ingobernabilidad que agobia a la burguesía y el capital financiero internacional. Este es el suelo en que sectores avanzados de las masas latinoamericanas están realizando una importante acumulación de experiencias política y de lucha.

 

Los nuevos sujetos sociales imaginan, elaboran y difunden nuevas herramientas cognitivas, de subversión, de comunicación, específicas de las nuevas condiciones históricas. Trabajan diversos tipos de desobediencias que sirven también a la emergencia de nuevos sujetos políticos que hoy día se encuentran diseminados por todo lo ancho de América Latina, negando la existencia del sujeto único, pero enarbolando las distintas voces que convocan a la imbricación de diversas prácticas bajo un domo convergente.

 

Se observa, en los nuevos sujetos en estructuración, una nueva organización, que van tejiendo, -al lado de formas de acción y agrupación “clásicas”- las nuevas identidades, inéditas formas de lucha y nuevos imaginarios en el ámbito de la acción colectiva. Sin embargo, las actividades de los nuevos sujetos sociales han sido poco analizadas, en parte por la propia diversidad y también por ser un fenómeno relativamente reciente a partir del cual aún no pueden hacerse generalizaciones certeras.

 

Por último, la acción directa como un método de actuación directo que busca suplir las necesidades negadas por la circunstancia o por los gobiernos, está siendo asumida por los actores sin derechos y masas autoconvocadas, -los explotados,  oprimidos, excluidos- en un acto de auténtica recuperación de la política, de redención del poder propio y de esa autonomía que durante décadas le fue expropiada por los partidos y las instituciones del sistema.

La Acción directa ha llegado a desplazar  gobiernos, derogar leyes, imponer subsidios, de emplazar a los empresarios para que no cierren sus fábricas y de construir un nuevo ejercicio de la política reapropiadora de realidad social.

 

Estamos ante un mapa social inédito, en lo que corresponde a la gran variedad de opciones para ejercitar los derechos negados, también hay reposicionamiento actoral y se asoman algunos puentes interactorales, que pueden desembocar en alianzas y frentes convergentes; a su vez hay revisiones autocríticas de las prácticas políticas piqueteras y de toma de locales, ello puede traer cosas nuevas, puesto que no están negando la metodología de acción, sino que tanto son eficientes y sin han obtenido los logros que se propusieron.

 

En fin, se abre un flanco que revitaliza a la política y pone un alto, perentorio, a la política mediática y usurpadora de las subjetividades colectivas, esperemos que sea para bien de América Latina.


Anexo uno

En los últimos años se ha acentuado la proliferación de grupos armados en México, así lo hace constar un reporte confidencial de la Coordinación General de Inteligencia para la Prevención de la Policía Federal Preventiva, en el que se revela la existencia de grupos guerrilleros en 22 estados (Sonora, Baja California Sur, Sinaloa, Baja California, Nayarit, Aguascalientes, Michoacán, Colima, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Chihuahua, Tamaulipas, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, Puebla, Tlaxcala, Campeche, Morelos, Veracruz y el Distrito Federal).

 

 

El reporte tiene clasificados de la siguiente manera a los grupos guerrilleros:

 

Grupos con presencia nacional:

–Brigada Generalísimo Morelos, –Formación Organizada de Resistencia Civil Especial, –Ejército Popular Agonista, –Ejército Revolucionario de Insurgencia Popular, –Milicias Insurgentes Ricardo Flores Magón, –Movimiento Estudiantil Revolucionario Armado Patriótico, –Ejército Zapatista Revolucionario del Norte,–Movimiento Popular Revolucionario–Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo,

Grupos con presencia regional:

Sonora –Comité de Defensa del Pueblo, Baja California Sur–Grupo Armado en Mulegé, Sinaloa, –Almareños, Baja California –Comando Antirracista Mexicano,

Nayarit –Ejército Carrancista de Liberación Nacional de las Cuatro Etnias,

–Ejército de Liberación del Pueblo Nayarita, Aguascalientes –Guerrilla Villista por la Liberación de México, Michoacán –Comando Clandestino de Occidente, Frente Nacional Revolucionario y Popular, –Grupo Armado de la Sierra de Ocumicho

–Consejo Auténtico de Pueblos Indígenas y Pueblos Purépechas, –Movimiento Armado Revolucionario, –Ejército de Redención y Liberación del Pueblo, –Movimiento Revolucionario Resplandor de la Libertad, –Frente de Lucha Popular de la Meseta Tarasca. Colima –Sin denominación, Guerrero –Fuerzas Armadas Clandestinas, –Ejército Insurgente de Chilpancingo, –Ejército de Liberación de la Sierra del Sur, –Comando Armado Revolucionario del Sur, –Fuerza Armada por la Revolución Mexicana, –Grupo Armado de Justicia de Guerrero, –Los Comuneros,

–Brigada Campesina de la Sierra de Atoyac, –Brigada Campesina de Ajusticiamiento

–Ejército de Ajusticiamiento de las Causas Justas, –Organización Revolucionaria del Pueblo, –Ejército Justiciero del Pueblo Indefenso, –Frente Armado para la Liberación de los Pueblos Marginados de Guerrero, –Ejército Revolucionario de Liberación del Sur, –Comando de Ajusticiamiento Insurgente, –Ejército Revolucionario Indígena Campesino de Liberación Nacional,  –Comité Clandestino Revolucionario de los Pobres, –Comando Justiciero 28 de Junio, –Grupo Revolucionario Armado del Sur, –Comando Negro del Sur, –Ejército de Ajusticiamiento Genaro Vázquez, –Ejército Popular de Liberación José María Morelos

–Comando Campesino Insurgente, Oaxaca –Ejército Clandestino Indígena de Liberación Nacional, –Grupo Armado en Zaniza, –Ejército de la Montaña, –Grupo Armado en Santos Reyes Nopala, –Grupo Armado en San Sebastián Nopalera

–Grupo Armado en San José Chiltepec, –Organización Indígena de la Sierra Sur

–Ejército Indígena Revolucionario de Liberación Nacional, –Organización de Indios Antonio Mendoza. Chiapas,–Ejército Insurgente Revolucionario del Sureste, –Frente Revolucionario Campesino Obrero Mexicano del Sureste, –Ejército Revolucionario del Soconusco, –Ejército Liberal de Chiapas, –Ejército Popular Zelot, –Movimiento Popular de Liberación Nacional, –Grupo Armado en el Triunfo, –Ejército Insurgente Libertador del Sur de Chiapas, –Ejército Carrancista, –Fuerzas Armadas Guerrilleras de la Sierra, –Ejército Popular Nacional, –Sendero Chiapaneco,–Alianza Popular Revolucionaria Zapatista, Chihuahua,–Comando Coralifero, –Ejército Villista de Liberación Nacional, –Ejército Popular Villista Revolucionarios de la División del Norte, Tamaulipas –Grupo Armado en el municipio El Mainero, –Grupos de Liberación Revolucionaria, San Luis Potosí –Grupo Armado en Tamazunchale

–Grupo Armado en Catorce –Ejército Rebelde Potosino , Guanajuato

–Ejército Guanajuatense Revolucionario, Querétaro –Milicia Zapatista de la Sierra Gorda, Puebla –Grupo Armado en la Sierra Norte, –Grupo Armado en la Mixteca Baja, –Fuerzas Armadas Revolucionarias, Tlaxcala, –Justicieros de la Malintzi,

Distrito Federal –Comando Popular Clandestino, Campeche,–Movimiento Terrorista Campechano–Grupo Armado en Ejido Estrella del Sur,–Ejército Revolucionario Indígena, –Ejército Maderista de Liberación Nacional, Morelos, –La División del Sur

–Comando Zapatista Justicieros de Liberación Nacional, Veracruz  –Fuerzas Revolucionarias Unidas Civiles, –Refuerzo Armado para el Movimiento Bélico Indígena. –Movimiento Armado de Liberación Nacional Campesina.

 

 

Fracciones escindidas

Por lo que se refiere al PDPR-EPR y sus fracciones escindidas, el reporte del Grupo Antiguerrilla revela que el origen inmediato del PDPR-EPR se ubica en el PROCUP-Pdlp, el cual a su vez se integró a partir de células provenientes de la Unión del Pueblo, fundada en 1964 por los hermanos Tiburcio y Gabriel Cruz Sánchez en el estado de Oaxaca; frente Estudiantil Revolucionario (FER) y Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP), ambas fundadas en la década de los 70 en el estado de Jalisco, además del Partido de los Pobres (Pdlp), fundado en el estado de guerrero en 1967 y en menor número procedentes de la Liga Comunista 23 de septiembre (LC 23 SEP), como se indica a continuación.

–Grupo 23 de Septiembre

–Liga Comunista Espartaquista

–Liga Comunista Espartaco

–Movimiento Espartaquista

–Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR)

–Frente Estudiantil Universitario (FER)

–Comandos Armados

–Comando Urbano Lacandones

–Comando Arturo Gámiz

–Fuerzas Armadas Nueva Revolución

–Movimiento de Izquierda Revolucionaria Estudiantil

–Núcleo Guerrillero de Chihuahua

–Frente Urbano Zapatista

 

El informe confidencial destaca que el binomio PROCUP-Pdlp realizó actividades conjuntas de 1976 a 1990 y como estructura orgánica 1990 a 1996. A este proyecto se sumaron células provenientes de grupos armados que operaron en las décadas de los 70, 80 y principios de los 90, entre ellas las que integraron la Liga y por sí solas no lograron avances significativos en sus objetivos particulares.

 

Al respecto, cabe precisar que al proyecto del PDPR-ERP se incorporaron células de las siguientes organizaciones:

–Brigada Campesina de Ajusticiamiento

–Organización Revolucionaria Armada del Pueblo

–Organización Revolucionaria Ricardo Flores Magón

–PROCUP

–Pdlp

–Unión de Comandos Revolucionarios

Revela reporte confidencial del gobierno que los clanes armados operan en 22 estados/ Por José Martínez M.

 

Notas y Bibliografía

 

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*Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa / México

robinsson@mzt.megared.net.mx