POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ
La Unión de Naciones Suramericanas
(UNASUR) que se constituyó en 2008 como un organismo de integración
política que posibilite por fin la interacción de los
países del subcontinente sin la injerencia hegemónica
e históricamente funesta de Washington, corre el serio peligro
de ser infestada por la derecha latinoamericana que, como se sabe de
sobra, su principal objetivo en política exterior sigue siendo
el fortalecimiento de su relación con Estados Unidos.
UNASUR se crea precisamente para generar espacios autónomos en
lo político y en lo económico, luego de que en la ciudad
de Mar del Plata en 2005, el entonces presidente de Argentina, Néstor
Kirchner, secundado por sus colegas de Brasil, Luiz Inácio Lula
de Silva y de Venezuela, Hugo Chávez, le dijera en su cara al
tristemente-célebre George Bush, No al Acuerdo de Libre Comercio
para las Américas (ALCA), un leonino y criminal tratado de inversiones
y de capital especulativo que sólo beneficiaba a las empresas
norteamericanas en detrimento de las economías de nuestros países.
Con este antecedente se puede afirmar que UNASUR tiene el sello indeleble
del respeto por la soberanía y la autodeterminación de
los pueblos. Por eso no ha sido gratuito que sus dos secretarios ejecutivos
hayan sido el ex presidente ecuatoriano Rodrigo Borja Cevallos, conocido
por sus posturas progresistas y democráticas, quien permaneció
un año, y Kirchner, quien por su fallecimiento alcanzó
a estar apenas cinco meses.
LA DERECHA Y SU CABALLO DE TROYA
En el sutil pero no menos hipócrita juego diplomático
que viene utilizando el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos para
hacer creer que su gobierno en materia internacional se diferencia de
su antecesor, el tenebroso Álvaro Uribe Vélez, no sólo
ha logrado normalizar las relaciones diplomáticas con sus vecinos
y hasta se ha hecho "amigo" de los mandatarios Hugo Chávez
de Venezuela y Rafael Correa de Ecuador, a quienes no bajaba del calificativo
de "populistas" y de ser un "peligro" para los intereses
colombianos, sino que ahora busca jugar papel predominante en UNASUR,
postulando una candidata para la Secretaría Ejecutiva.
Santos, un hábil tahúr de póker, ladino, sinuoso
y traicionero consuetudinario, busca avanzar en materia internacional
para frenar los vientos progresistas y de emancipación que se
están dando en varios países del hemisferio. Por ello,
en la última Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata impulsó
la conformación de un bloque con los mandatarios de México,
Felipe Calderón; Perú, Alan García; y Chile, Sebastián
Piñera; para consolidar el impulso de políticas neoliberales
ya no sólo en sus respectivos países sino en forma subregional.
Una de sus primeras acciones es hacerse sentir en UNASUR, para lo cual
Santos con el apoyo de estos mandatarios de derecha, candidatizó
a una ficha suya, como es la camaleónica política y ex
canciller colombiana María Emma Mejía Vélez, para
reemplazo de Kirchner en el organismo multilateral que reúne
a los países del sur del hemisferio.
Mejía Vélez que ha sido funcional a todos los gobiernos
de los últimos 25 años en Colombia y, como buena parte
de la corrupta clase dirigente del establecimiento de este país,
sabe disfrazar sus intereses personales como enfrentamiento de principios,
es la ficha perfecta para servir de caballo de Troya contra la integración
política suramericana.
Igualmente, Santos, García y Piñera tienen entre sus planes,
tomarse la Comunidad Andina de Naciones (CAN) mediante el ingreso pleno
de Chile a este organismo subregional, dejando en minoría a Ecuador
y Bolivia.
De esta manera, los gobiernos de derecha buscan hacer presencia en
bloque en el ámbito latinoamericano para aminorar su desprestigio
continental por sus políticas antipopulares, mantener su apego
irrestricto a las directrices de la Casa Blanca y continuar favoreciendo
al capital especulativo transnacional.
OPORTUNISMO EN PASTA
Santos con sus buenas maneras, y la capacidad del encanto femenino de
Mejía Vélez, pretende hacerse a la Secretaría de
UNASUR, con lo cual la derecha con Estados Unidos a la cabeza, logrará
horadar este proyecto de integración política.
Sería funesto para el proceso emancipatorio de Suramérica
que una persona como Mejía Vélez que está años
luz del liderazgo político, la solvencia intelectual y la coherencia
ideológica de un Rodrigo Borja o de un Néstor Kirchner,
terminará elegida para esa importante posición.
No es más que dar una rápida mirada a su oportunista carrera
pública en Colombia: fue directora de Focine en el gobierno conservador
de Belisario Betancur (192-1986); consejera presidencial y embajadora
en España durante el gobierno neoliberal de César Gaviria
(1990-94); ministra de Educación y canciller en el gobierno liberal
socialdemócrata de Ernesto Samper (1994-98); negociadora de paz
en el gobierno conservador de Andrés Pastrana (1998-2002). Luego
de dejar de ser alta empleada del Estado gracias a su padrinazgo, porque
no cuenta con mayor preparación académica, se aventuró
a participar en política electoral sin ningún éxito.
En 1998 fue designada como candidata a la Vicepresidencia de la República
en el tiquete presidencial del Partido Liberal que encabezaba Horacio
Serpa Uribe. Luego en el año 2000 apareció con el sello
de "independiente" y se lanzó a la Alcaldía
de Bogotá, y en 2006 dio el salto al Polo Democrático
Alternativo (PDA), el único partido de izquierda en Colombia,
con el propósito de pescar en río revuelto, pues su aspiración
era encabezar la lista al Senado de la República por esta colectividad,
cosa que no logró.
Sin embargo persistió en sus intentos electorales y en 2007 a
nombre de este partido se lanzó como precandidata a la Alcaldía
de Bogotá, siendo derrotada abrumadoramente en las primarias
por el hoy burgomaestre de la capital colombiana, Samuel Moreno Rojas.
Tras ese consecutivo proceso de descalabros electorales y de desfiguración
política, Mejía Vélez se refugio en la farándula
y en el periodismo.
Con un buen simulado rol de altruismo, asumió la presidencia
de la Fundación Pies Descalzos de la prestigiosa cantante Shakira,
que le ha servido de punta de lanza para hacer excelentes relaciones
públicas con las firmas transnacionales, con el propósito
de promover falsas campañas de "responsabilidad social empresarial",
como denominan los neoliberales las causas de solidaridad pero con plata
ajena.
Igualmente, y dada su cercanía con el magnate colombiano Julio
Mario Santodomingo, accionista mayoritario de Caracol televisión,
se hizo otorgar la conducción de un programa de entrevistas que
se llama "Entérate con María Emma", en el cual
la mayoría de sus invitados son representantes de la derecha
y del statu quo.
Ese es, a grandes rasgos, el perfil de la candidata de Santos para la
Secretaría Ejecutiva de UNASUR. Sobra decir que la "gran
prensa" y los representantes más conspicuos del establecimiento
colombiano han salido a resaltar su aspiración y no hay adjetivos
para calificar su "excelsa" trayectoria pública. No
importa sus continuas metamorfosis políticas, pues el argumento
que utilizan es que la política internacional de Colombia es
de Estado y, en consecuencia, es multipartidista. Por eso utilizan la
manida y oportunista frase de un dirigente liberal de principios del
siglo XX: "la patria por encima de los partidos".
Los gobiernos y los sectores progresistas y democráticos de América
Latina no deben ni pueden permitir la elección en ese importante
organismo subregional de una persona de la catadura política
de Mejía Vélez, por cuanto sería, por un lado,
un estropicio y una grave amenaza al proceso de autodeterminación
de los pueblos del hemisferio. Y de otro, un triunfo para la derecha
retardataria, apátrida y lacaya auspiciada por Washington, que
representan Santos y sus oscuros aliados en la región.
Bogotá, diciembre de 2010.