POR FREI BETTO
La Universidad de Bergen, en Noruega,
desarrolla un Programa Internacional de Estudios Comparados sobre la
Pobreza. Sus análisis, como observa el científico social
Atilio A. Boron, argentino, han contradicho el discurso oficial elaborado
en los últimos treinta años por el Banco Mundial y reproducido
incansablemente por los grandes medios de comunicación, autoridades
gubernamentales, académicas e intelectuales.
Hoy viven en el planeta 6,800 millones de personas. De los cuales 1,200
millones son desnutridos crónicos (FAO, 2009); 2,000 millones
no tienen acceso a medicamentos; 884 millones viven sin agua potable
(OMS/UNICEF, 2008); 924 millones no tienen techo o viven en viviendas
precarias (ONU, Hábitat, 2003); 1,600 millones no disponen de
electricidad (ONU, Hábitat, Urban Energy); 2,500 millones no
cuentan con saneamiento adecuado (OMS/UNICEF, 2008); 774 millones de
adultos son analfabetos (UNESCO); 18 millones mueren cada año
debido a la pobreza, la mayoría niños menores de 5 años
(OMS); 218 millones de jóvenes entre 5 y 17 años trabajan
en régimen de semiesclavitud (OIT, 2006).
Entre 1988 y 2002 el 25% más pobre de la población vio
reducida su participación en la riqueza mundial del 1.16% al
0.92%. El 10% de la parcela más rica, que antes disponía
del 64.7% de la riqueza mundial, amplió su fortuna, pasando a
disponer del 71.1%. El enriquecimiento de unos pocos tiene como contrapartida
el empobrecimiento de muchos, alerta Boron.
¡Sólo este aumento del 6.4% de la fortuna de los más
ricos sería suficiente para duplicar los ingresos del 70% de
la población mundial! Lo que significaría salvar miles
de vidas y reducir la penuria y el sufrimiento de los más pobres.
Boron enfatiza: tal beneficio se obtendría tan solamente redistribuyendo
las ganancias adicionales, entre 1988 y 2002, del 10% más rico
de la población mundial, sin quitar ni un centavo de sus exorbitantes
fortunas. Por desgracia tal medida suena inaceptablemente odiosa para
las clases dominantes del capitalismo mundial.
He aquí la conclusión de Boron a partir de los datos de
la universidad noruega: "Si no se combate la pobreza (ni se habla
de erradicarla bajo el capitalismo) es porque el sistema obedece a una
lógica implacable centrada en la obtención de ganancias,
en la concentración de la riqueza y en el aumento incesante de
la pobreza y de la desigualdad económico-social".
Si 2/3 de la humanidad viven, según la ONU, por debajo de la
línea de pobreza (ingreso mensual inferior a US$ 60), no se puede
considerar el capitalismo un sistema exitoso. Como fracasó también
el socialismo del Este europeo. La diferencia es que fracasó
para la mayoría de la población mundial. Y entre quienes
celebran equivocadamente su victoria -para ellos, por supuesto-, la
mayoría no se da cuenta de que el capitalismo causa disgregación
social, destrucción del medio ambiente, corrupción política,
crisis moral e incremento de conflictos bélicos.
En América Latina, a finales de mayo la Cepal (Comisión
Económica para América Latina y el Caribe, vinculada a
la ONU) avisó sobre la ampliación de los niveles de desigualdad
social. A pesar de que el PIB continental pueda crecer cerca de un 4%
este año, hay mucha disparidad en el interior de los países.
En el Brasil, por ejemplo, Brasilia es nueve veces más rica que
el Piauí. En el Perú la región andina de Huancavelica
es siete veces más pobre que la zona costera de Moquegua, en
el sur.
Hay "territorios vencedores y perdedores", afirmó la
secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, en la presentación
del informe. El desafío es "crecer para igualar", y
el Estado debe cumplir un papel más activo en este sentido, y
no dejar la tarea al mercado, propuso Bárcena.
Las naciones con mayores desigualdades son: Bolivia, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú y República
Dominicana, que en el bienio 2007-2008 invirtieron en promedio apenas
US$ 181 por persona en políticas sociales. Brasil, Argentina,
Chile, Costa Rica, Panamá y Uruguay invirtieron en promedio US$
1,029 durante el mismo periodo. Este bloque ostenta el mayor PIB por
persona en América Latina. Y a medio camino están Colombia,
México y Venezuela, con una inversión promedio de US$
619.
El acceso a la educación es un embudo perverso. De entre los
jóvenes más pobres sólo 1 de cada 5 concluye la
enseñanza media. De entre los más ricos la concluyen 4
de cada 5.
Según la Cepal, para reducir esa iniquidad, los países
con menor gasto social tendrían que invertir entre el 6 y el
9% de su PIB para asegurar la canasta básica mensual a su población
menor de 5 años, al grupo de edad superior a los 65 años
y a los desempleados. En el caso de los niños de entre 5 y 14
años el cálculo se basa en la mitad de la canasta. El
costo para las naciones con mayor gasto social oscilaría entre
el 1 y el 1,5% del PIB, y para los países intermedios entre el
2 y el 4%.
A pesar de esos desafíos la Cepal reconoce un significativo aumento
del gasto social global en América Latina: entre 1990 y 2008
pasó del 12 al 18%. Y se dio también una caída
de la pobreza regional: entre 2002 y 2008 bajó del 44 al 33%.
Sin embargo considera insuficientes estos avances. El gasto social necesita
aumentar todavía más, sobre todo ahora que el impacto
de la crisis mundial provoca pérdida del poder adquisitivo de
las familias y lleva a 9 millones de personas a la pobreza.
Adital, septiembre 28 de 2010.
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