VIVENCIAS COLOMBIANAS BAJO UNA ÓPTICA URUGUAYA
"PROBLEMAS DE ORDEN PÚBLICO"

María lija una vieja máquina de coser con tanto esmero que nos despierta intriga. Nos cuenta que fue de las pocas cosas salvadas por un indígena Kogui cuando su casa fue quemada en la Sierra Nevada de Santa Marta. Desde entonces vive en Buritacá, pequeño pueblo de la costa caribeña de Colombia, junto a su esposo Itamar.

María tiene 25 años, tres hijos y una alegría tranquila.
La Sierra Nevada es territorio en disputa desde hace rato entre guerrilla y paramilitares. Víctima de ello son los cuatro grupos indígenas que la habitan, descendientes de los legendarios Tayrona. Hace tres años, cuando la guerrilla conquistó el territorio donde vivía María, mandó desalojar y luego prendió fuego a lo que quedaba de los caseríos.
A esta guerra, que tiene más de 40 años en Colombia la llaman "problemas de orden
público".

LA BÚSQUEDA

Desde hace cuatro años don Pedro comparte con el mar los atardeceres de Santa Marta. Allí nos encontramos. Nosotros buscando la mar que tanto extrañamos, él buscando compañía a su soledad.

A 6000 kilómetros de distancia de nuestro paisito, la misma búsqueda nos unía, aunque los motivos fueran diferentes. Desde que murió su esposa, Don Pedro conversa con la mar y la siente compañera, así también como muchos montevideanos necesitamos de nuestra mar, con nombre de río, para sin darnos cuenta, encontrarnos y reencontrarnos con la naturaleza y con nosotros mismos...

 

RAÍCES

Los espacios de resistencia e impugnación en nuestra Abya Yala son múltiples, diversos y a veces hay que hilar muy fino para desentrañarlos. Que doña Sofía ofrezca la riquísima cocada y otros manjares en la maravillosa playa de Bahía Concha de Colombia, portando la canasta sobre su cabeza podría parecer un hecho sin mayor relevancia si no se ve en él la permanencia de una costumbre afro de larga data. Que don Jairo mambee coca y utilice la cal para liberar el activo en la Sierra Nevada, podría juzgarse como un mero hecho anecdótico si no se descubre allí la persistencia de una práctica ancestral de profundo significado.

Las raíces afro e indígenas de nuestro continente están presentes, firmes, latentes y en lo obvio se esconden.