ENSAYO

HACIA UNA NUEVA CONCEPCIÓN CONTINENTAL Y MUNDIAL
DE LOS DERECHOS HUMANOS


POR ALEXIS PONECE*

LA DISYUNTIVA DEL SIGLO 21: VIVIR O… VIVIR.

Nunca como ahora el mundo se enfrenta a una disyuntiva definitoria entre la supervivencia de la especie humana y de todas las vidas en el planeta, o su destrucción total.
No es posible contextuar la situación de los derechos humanos si no se evidencia que la unipolaridad y la globalización, agudizaron esa dramática disyuntiva de la Tierra, debido a que las potencias privilegiaron la imposición como lenguaje y la fuerza como conducta. En la actualidad -de manera consciente y organizada- las Potencias actúan FUERA DE LA LEY a escala universal.

En ese marco global, los derechos humanos se debaten en medio de una paradoja: jamás como hasta hoy había progresado tanto la legislación internacional en materia de derechos, debido a la presión y lucha de los pueblos, en tanto que ese avance progresivo contrasta con la dramática situación de los derechos humanos en todo el planeta.

CRISIS MUNDIAL DEL CONCEPTO DE DDHH:

El sistema internacional y los organismos no gubernamentales europeos y norteamericanos, pero también de América Latina, deberían admitirlo: Hay una crisis conceptual de los DDHH, reflejo de la profunda crisis de su realidad y aplicación en un mundo unipolar empeñado en vivir fuera de la ley.

Con la consolidación del unipolarismo se ha impuesto al mundo una visión unilateral y sesgada de los derechos humanos, al demandar únicamente democracia formal y derechos individuales para el resto de la comunidad internacional, democracia y derechos que violan de manera creciente casa adentro, despreciando el respeto al concepto de integralidad de derechos, violentados de manera sistemática por un orden internacional que ha globalizado la concentración financiera transnacional, la fuerza militar y el reino de la amenaza y el miedo a escala planetaria.

El escenario internacional post-11 de septiembre, las aberrantes nociones de "guerra preventiva", "derecho de intervención" y "ejes del mal", han ahondado la vulneración de los derechos en tanto que se impone al resto del planeta, el unanimismo discursivo y la uniformización de esa sesgada visión de DDHH, desconociendo la diversidad, la especificidad y la pluralidad del mundo en materia de democracia, derechos humanos y orden internacional.

La comunidad de naciones, luego de la invasión a Irak, atraviesa su peor momento, pues las Naciones Unidas, creadas al concluir la II Guerra Mundial, han sido literalmente avasalladas por las potencias hegemónicas que impusieron la práctica de la violencia como recurso único para dirimir las diferencias y resolver los conflictos internacionales, y espacios como el Comité de DDHH en Ginebra privilegian la situación de los DDHH de los países pobres bajo la presión sistemática de las potencias hegemónicas.

Se hace imprescindible reconceptualizar los derechos humanos a escala universal, para retomar su carácter de integralidad y dar prioridad a los derechos de los pueblos, que son masiva e impunemente violados y transgredidos por el modelo de economía y sociedad impuesto a escala global.

Al igual que el discurso hegemónico unipolar sobre derechos humanos, se va haciendo urgente que los pueblos del Tercer mundo confrontemos el discurso unidimensional sobre "terrorismo", "democracia formal" y "libre mercado", que por un lado ilegitima el derecho a la diversidad, la pluralidad y multipolaridad; y, por otro, estigmatiza a los países tercermundistas y los movimientos sociales que resisten la globalización y sus obvios resultados a escala universal.

LA VIEJA DECLARACIÓN UNIVERSAL ES INSUFICIENTE PARA EL PLANETA TIERRA

Han transcurrido 59 años desde que la Organización de las Naciones Unidas aprobara la llamada Declaración "Universal" de los Derechos Humanos.

A la luz de la conclusión de la guerra fría entre las Potencias hegemónicas y, ante todo, a la luz de la crisis sistémica del modelo global económico que impusiera su hegemonía durante las dos últimas décadas, cuanto por la crisis de su arquitectura política, la democracia formal y la institucionalidad internacional, es hora de pasar la factura a la fractura histórica de estos largos 59 años, a la Declaración "Universal" de los Derechos Humanos.

Esa Declaración no expresa los nuevos fenómenos ni incluyó los antiguos principios de armonía universal elaborados en 3 mil años de historia humana sobre la Tierra.

En el entrante siglo 21, la amenaza global que se impone con el Cambio Climático, el desorden internacional y peligros a la vida de los Pueblos provocado por la imposición de una hegemonía unipolar nunca antes registrada en la historia humana, la caótica arquitectura financiera y económica que se impuso al mundo en la OMC, más los significativos avances registrados por los procesos sudamericanos ante la crisis del modelo neoliberal y su referencia hegemónico-política, la democracia formal, cuanto la neo-emergencia de los Pueblos del Sur, hacen factible y necesaria la formulación de una nueva y superior Declaración Mundial de Derechos, ya no solo de los seres humanos, sino incluyente a toda referencia de vidas, es decir la superación del marco antropocéntrico que nos legara la vieja Declaración "Universal" de los Derechos Humanos, por una Declaración Mundial de Derechos de todos los Seres Vivos.

El cambio climático no puede ser solamente tratado en el norte y desde posturas 'de norte'. Hace falta un tratamiento desde el Sur, y un espacio parecido a la Conferencia de Bandung, que desde América una al Sur del mundo para trazar una estrategia universal que afronte el desafío y la amenaza más grave que tiene el planeta Tierra en los siguientes diez años.

Es necesario un nuevo marco internacional que redefina y modifique sustancialmente la concepción antropocéntrica de la Declaración "Universal" de DDHH y contenga definiciones y saberes nacidos en los Andes y la Amazonía, que de respuestas viables al Calentamiento Global. El Sur está llamado a tomar en sus manos el tema y a superar cualitativamente la preocupación mediática de Al Gore, para orquestar en conjunto la defensa emergente de la Tierra y de todas las vidas en ella.

LA HORA, LA MARCA AMÉRICA LATINA

América Latina, a despecho de académicos que desdeñan los aportes incesantes del continente a la construcción de un mundo multipolar, ha empezado a superar la larga fase neoliberal y ha contribuido, como la que más, a la teoría y praxis de la humanidad para nacer un nuevo mundo. Emerge así, para asombro del mundo y de las tradicionales matrices de análisis de la realidad, como 'el niño índigo del nuevo siglo 21 en el planeta'.

América Latina tiene el honor de haber superado el llamado "Pensamiento Único", puesto fin al llamado 'Fin de la Historia'; haber cuestionado a fondo la democracia de baja intensidad que ha hecho crisis en la región y al luchar por integrarse en un bloque sudamericano, ha desafiado la Unipolaridad hegemónica.

Ante tan seductora simultaneidad latinoamericana, cuya capacidad de erotizar y transformar el aburrimiento humano y la violenta política mundial, sigue intacta; las elites mundiales y locales ya nada nuevo le pueden ofrecer al planeta, cuya vida exige un pacto universal que supere el agónico marco de la 'globalización'. Nada innovador pueden ofrecer al continente y ninguna de sus ideas-fuerza y discursivas logran seducir ya, si alguna vez tuvieron la capacidad de seducción, cuanto sí poder de imposición violenta y mediática.
Es importante reelaborar y construir una nueva concepción, nuestra, latinoamericanista, de los derechos humanos, que rompa con la hegemonía de las visiones eurocéntricas para las que únicamente existe el derecho a la libertad de mercado y el civilizado derecho de intervención en cualquier rincón oscuro del planeta. Debemos reelaborar el derecho a la soberanía, a defender los recursos naturales, los derechos del tercer milenio: el derecho al agua, al oxígeno, a la biodiversidad.

A SUPERAR LA ERRADA ANTINOMIA

El pensador argentino Walter Formento, del Centro de Investigaciones en Política y Economía, en un estudio poco difundido una década atrás (mayo de 1997), fue de los primeros en develar El Gran Equívoco de las agrupaciones de DDHH del Cono Sur, América Latina y el mundo, que redujeron la reflexión y lucha por los derechos humanos a una perspectiva institucionalista (la "democracia" per-se), y desde una antinomia errática más comprensible en el Cono Sur que padeció dictaduras sangrientas, antinomia que en los siguientes treinta años hasta la actualidad redujo la discursiva de los defensores a la errada encrucijada "civiles vs militares", propuesta trazada en los años 70 por los "tink thank" estadounidenses para ahondar las separaciones entre el mundo civil y el militar en las naciones de la periferia.

Formento señalaba: "El problema a resolver es por qué el alineamiento, según el eje democracia-dictadura, nos conduce siempre (a los movimientos de DDHH) a una situación que bloquea la acumulación de fuerzas; más aún, cuanta mayor energía se pone en este eje, más se nos divide y reduce la fuerza en el campo popular. La afirmación que sostenemos es que el eje democracia o dictadura es una trampa ideológica, una antinomia, una forma equívoca de conducirse. Esa antinomia de los DDHH fue una trampa ideológica, pues implica el eje de dos alineamientos políticos erráticos: 1- Democracia o Dictadura; y 2- Civiles o Militares.

Ese proceso se cierra en 1989 en Argentina, cuando la antinomia deja de ser usada en forma dominante como eje, pues se conducía en base a una matriz ideológica institucionalista. Nos hace oponer la Institución FFAA contra la Institución Sistema Electoral-Parlamentario" (Poder Político).

Así, los defensores cayeron en la trampa estratégica difundida desde Occidente, al reducir la lucha por la justicia exclusivamente a los responsables militares de atrocidades, obviando que éstos eran parte de un entramado cívico-militar-empresarial-trasnacional. Por ello es que, 30 años después, siguen siendo militares los enjuiciados, y está bien que lo sean, pero no hay una sola demanda a los responsables económicos, por ejemplo Martínez de la Hoz, el arquitecto civil de la Triple A, pero sobre todo el arquitecto del modelo económico que la elite empresarial argentina estructurara con las bayonetas y campos de concentración.

ELEMENTOS DE LA NUEVA CONCEPCIÓN LATINOAMERICANISTA DE DERECHOS HUMANOS

Los nuevos procesos sociales y políticos en nuestro continente han tenido marginados ciertos temas que, por esa misma razón, constituyen aún el flanco débil de las actuales experiencias: la comunicación, la economía y los derechos humanos. Son temas además expropiados por el poder hegemónico y utilizados contra las sociedades. En este caso planteamos que nuestros Pueblos requieren la construcción de una teoría y una praxis alternativa y propia de los Derechos Humanos, cónsona con los desafíos que vivimos actualmente. Para que sea realmente alternativa, debe constituir una superación dialéctica del esquema hegemónico al uso.

1. Origen

Una vez que terminan las atrocidades creadas por las potencias en la II Guerra Mundial, éstas deciden poner a funcionar un dispositivo que les permita medirse en el terreno político, por lo que es redactada la Declaración Universal de los DDHH. Los promotores de esta idea, recogen en un texto excelentemente redactado, la concertación de los mejores principios de convivencia humana, pero vistos a la época desde una óptica modernizante, unilineal, patriarcal, etnocéntrica, sexista, estadocéntrica, etnocéntrica y homogeneizante.

Para darle aplicación "universal" a esas normas unilateralmente concebidas, se va articulando una institucionalidad, la cual está conformada por el Sistema de Protección Internacional de los DDHH; cuyos enfoques dominantes siguen considerando al Estado como único responsable en materia de violaciones de los DDHH, por entendérsele -bajo una concepción liberal moderna- como único detentador del Poder. Sin embargo, si concebimos a los Derechos Humanos como la permanente lucha de los Pueblos por su dignidad, en todo tiempo y espacio, contra toda forma de Poder que se le sobreponga; entonces hoy día no podemos obviar que los Grandes conglomerados empresariales violan los Derechos Humanos.

En una concepción latinoamericanista de los DDHH partiendo del principio de Progresividad, debe:

1) Establecer la responsabilidad directa y concreta tanto de las Empresas Multinacionales, como de los Entes Financieros Internacionales (EFI), en la violación masiva y estructural no sólo de los DDHH, sino también de los Derechos de los Pueblos;

2) Debe revelar la aplicación discriminatoria y diferencial de los "cánones universales" en relación a los DDHH, según la posición de un determinado país dentro del ajedrez geopolítico y económico de las Potencias;

3) Debe rescatar el carácter autónomo, colectivo, emancipatorio y articulador de las luchas por los DDHH, impidiendo de nuevo su cooptación por los mecanismos de Poder hegemónicos en el mundo.

Una ojeada a los orígenes de la lucha humana por la dignidad, nos permite retomar la importancia de la lucha por los derechos humanos desde su potencial emancipatorio. Un primer paso, para la identificación del potencial liberador de los derechos humanos, pudiera radicar en su referencia a la 'condición humana', que permite abrir espacios para explorar los contextos sociales, para comparar las promesas políticas existentes con la realidad en la que vive la gente. Los derechos humanos, reconstruidos critica y colectivamente, podrán seguir alimentando el proyecto emancipatorio en tanto referente ético y de compromiso con todo lo vivo (incluido el ser humano).

Un segundo paso, puede ser el que cada sociedad pueda identificar cuáles han sido las luchas significativas de su historia y que éstas puedan ser valoradas como luchas por los derechos humanos. Darle visibilidad y sonoridad a las luchas generalmente subalternizadas dentro del esquema hegemónico de Poder.

Un tercer paso, derivado del anterior, es la posibilidad de trabajar la lucha colectiva por la dignidad humana, en tres niveles de equidad diferentes:

a) equidad básica: reconocimiento político de todos y todas como merecedor@s de una calidad de vida (entendida en términos no hegemónicos);

b) equidad diferenciada: reconocimiento político al legítimo ejercicio de estatus e identidades diferenciadas: indígenas, mujeres, afro-descendientes o jóvenes, niños/as o personas con impedimentos, población GLBTQ, etc.;

c) equidad real: consideración del contexto social, económico, cultural y ambiental, que permita lograr la efectiva inclusión de l@s sujet@s individuales y sociales.

Un cuarto paso, pudiera ser identificar la utilidad del movimiento de los derechos humanos en su capacidad de articulación con otros movimientos que también luchen por la dignidad humana, reforzando la autonomía y dignidad de los Pueblos.

Un quinto paso, pudiera ser en avanzar en la contextualización de los derechos humanos, darles una locación especifica vinculada a las matrices culturales de resistencia, insurgencia o emergencia de las luchas políticas por la dignidad humana y de los Pueblos en América. Así, por ejemplo, podría plantearse la búsqueda de una "Concepción Progresista y Latinoamericana de los Derechos Humanos" que exprese las realidades propias del Continente. Eso supone debatir las siguientes líneas estratégicas: reconceptualización (nivel teórico), concientización (nivel político), identificación y denuncia (nivel legal y político), planificación en políticas publicas (nivel institucional).

2. Formación

Muchos "defensores de los DDHH" en el Continente han recibido buena parte de su preparación profesional en la materia, (uni) formados en los enfoques clásicos y liberales del Derecho. Se configura de este modo, un perfil "tecno-burocrático" personal, que por ser desarraigado, modernizante y aculturante, tiende a implementar y desarrollar una teoría y una praxis de DDHH subordinadas al esquema hegemónico.

En virtud de la descripción anterior, en una concepción latinoamericanista de los DDHH:

1) El defensor o defensora priorizará la formación y acción social-política-estratégica, tratando de reflexionar (auto) críticamente sobre su acción, para situarla siempre dentro de un concienzudo análisis geopolítico, en función de los procesos de emancipación y descolonización de los Pueblos;

2) La formación será a partir de las experiencias históricas de los Pueblos -desde sus propios referentes epistemológicos-; dándole resonancia y sonoridad a los saberes y discursos populares en materia de DDHH, en los contextos sociopolíticos donde se la haya pretendido acallar o silenciar;

3) En este sentido, concebimos al defensor(a) de DDHH como un(a) actor@ polític@ que defiende un proyecto político emancipador, que no es neutral ni imparcial, ya que toma parte con los Pueblos en sus justas reivindicaciones nacionales y luchas ante las Potencias hegemónicas, porque toda lucha por los derechos humanos siempre será una lucha política.

3. Teoría

Bajo unas premisas cognoscitivas y epistemológicas modernas se concibe a los Derechos Humanos como principios esenciales para la convivencia universal. No obstante, la definición "universal" de tales derechos ya tenía como defecto original su carácter excluyente. La exclusión fue doble: a) de fondo: la Declaración Universal de 1948 dejó por fuera otras concepciones del Ser Humano y de su dignidad, distintas a las contenidas en los axiomas consensuados en tal fecha por una elite política e intelectual; b) de forma: dicha Declaración, así como los Pactos que la desarrollan (PIDCP, PIDESC), fueron concebidos sólo por elites intelectuales y políticas.

Como consecuencia:

1) los demás discursos acerca de la dignidad humana han permanecido subalternamente silenciados;

2) si nos atenemos a la historia de las luchas populares, no es desde el interior del movimiento de DDHH que podemos esperar avances teóricamente significativos para la emancipación popular: la concepción liberal profundamente arraigada en los militantes de DDHH les hace creer ingenuamente que las instituciones existentes resolverán las contradicciones del Sistema Capitalista que las originó;

3) Los avances en materia de DDHH (Conferencia de Viena, 1993) provienen realmente de las presiones que sobre el movimiento de DDHH ejercieron otros movimientos sociales diferentes (feminista, indígena, afrodescendiente, campesino, GLBTQ, etc.), que cuestionaron al enfoque de Derechos Humanos su alianza teórica con el Poder.

Frente a todo lo anterior, una concepción nueva de los Derechos Humanos:

1) Deberá considerar al Pueblo como sujeto epistémico, que elabora discursos propios y teorías en relación con los Derechos Humanos, basados en su propia praxis, y que se encuentran dentro de las "culturas populares";

2) Generará instancias progresistas y emancipatorias de Justicia Popular: los casos deben ser "elevados" ante el Tribunal de las evidencias históricas de lucha popular por la dignidad humana. Si se necesitan instancias concretas, los Pueblos con su creatividad las generarán, para lo cual determinarán sus propios mecanismos de legitimidad.

4. Praxis

4.1. Praxis social: Algunas ONG's de DDHH han servido para cooptar, mediatizar, neutralizar y manipular las legítimas necesidades y demandas de los sectores populares, trasladando con ello el modelo de "representativismo" del ámbito político al social.

Ante esto, en una concepción revolucionaria de los Derechos Humanos:

1) Toda praxis en materia de Derechos Humanos habrá de garantizar el protagonismo colectivo de los Pueblos, buscando la eliminación de toda forma de intermediación o sustitución;

2) Cualquier diferencia de sentidos y significados acerca de la dignidad humana entre los activistas de los derechos humanos y las bases populares, tendrá su base de concertación, en el consenso producto del debate verdaderamente pluralista de las perspectivas que concurran al mismo, mediante el diálogo respetuoso de saberes y experiencias, y la educación mutua.

4.2. Praxis económica: Como producto del financiamiento internacional que reciben, en la práctica muchas ONG's de DDHH van pasando gradualmente de su original autosustentación, hacia estructurales situaciones de dependencia económica, y su planificación depende del alcance de los recursos externos otorgados por las Agencias Internacionales, y no de su ajuste real a las legítimas demandas sociales, comprometiendo además su independencia no sólo económica sino también política. Ante esto, en una nueva concepción de los Derechos Humanos:

1) cada organización deberá conseguir su base de sustentación económica en el mismo Pueblo, buscando desde el inicio romper con toda forma que no genere más autogestión y más autonomía;

2) su planificación deberá estar enmarcada en los lineamientos político- estratégicos de los Pueblos en su lucha emancipatoria, y en las capacidades populares de gestionar proyectos colectivos;

3) sólo deberá rendir cuentas de su labor ante los Pueblos de los cuales es expresión, reflejo o consecuencia.

4.3. Praxis política: En razón de consideraciones históricas, el Poder no siempre ha estado en el mismo lugar, ni se ha ejercido siempre de los mismos modos. El pensar que el Poder generador de situaciones lesivas a la dignidad humana está monolíticamente siempre en el mismo sitio (pongamos por caso, el Estado- Nación), y tiene sólo unos responsables exclusivos, únicos y determinables, es una visión reduccionista, estática, unidimensional, y conservadora -estrechamente unida a la concepción hegemónica liberal de los Derechos Humanos.

Ante esto, una concepción latinoamericanista de los Derechos Humanos:

1) Se edifica sobre la base de un proceso de transformación del mundo, entendida una revolución como un cambio de carácter individual y colectivo que supone la emergencia creativa de nuevos valores, relaciones, epistemes, lenguajes y formas organizativas; así como la resistencia activa a todo lo que suponga la continuidad del dominio del Capital y del Autoritarismo sobre cualquier aspecto de la existencia humana;

2) Deberá ubicar a los responsables de las violaciones de los Derechos Humanos, en diferentes agentes -políticos y económicos- muy concretos, situados en lugares y niveles muy diferentes, que confluyen sistémicamente en la producción de las situaciones -estructurales y contextuales- de violación masiva de los Derechos Humanos;

3) Deberá identificar las tendencias, y a l@s responsables de generarlas, en cualquier escala espacial y temporal que sea pertinente; así como plantear al colectivo popular propuestas de estrategias para responder a las situaciones señaladas, o a la impunidad existente. Se trata erradicar prácticas contrarias a la dignidad de los Pueblos;

4) El papel de las ONG's de DDHH de carácter latinoamericanista será denunciar el carácter político conservador de la supuesta "neutralidad" de los DDHH así como afirmar mediante la acción política la integralidad de los aspectos geopolíticos, políticos, económicos, ecológicos, culturales y sociales de los DDHH;

5) Monitoreará los logros y victorias de los Pueblos: podría incluir un monitoreo no sólo de las violaciones de los Derechos Humanos cometidos por los Agentes del Poder, sino también un monitoreo de los logros y victorias de los Pueblos en su lucha por la dignidad.

6) Hará suyos los derechos a la Soberanía Nacional y Autodeterminación Latinoamericana, a la Unidad e Integración de los Pueblos, con prioridad actual-histórica en la Integración Sudamericana y la Unidad Latinoamericana.

5. Escenarios

El debilitamiento del Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos ya comenzó por la vía de la política "global" que busca consagrar en forma irreversible la supremacía del Derecho Mercantil y de la Soberanía jurídica de las Empresas Transnacionales, por encima de la pretendida "universalidad" y "exigibilidad" de los DDHH (especialmente de los DESC) y la soberanía de los Pueblos.

En el interior del Sistema de Interamericano de Protección (SIA fue iniciada con la Reforma de la OEA y la reestructuración del Sistema Interamericano en su dimensión político-institucional para adaptarlas a la renovación del TIAR y a la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), basadas en una concepción de "Democracia de Baja Intensidad", por demás, necesaria para esta etapa final del Capital mundial.

En función de las necesidades históricas de las Potencias hegemónicas, la reforma de la OEA (componente político) está aunado al componente militar (renovación del TIAR, Iniciativa Andina, el PPP, y de los MEM) y al componente económico (Tratados y Zonas de Libre Comercio), siguiendo de este modo las directrices del documento Santa Fe IV del Pentágono). Se trata, en concreto, de una reestructuración institucional del Sistema internacional, que incluye y subordina al Sistema Internacional de Protección.

Frente a todo lo anterior, una concepción nueva y latinoamericana de los Derechos Humanos:

1) Debe recoger la Agenda alternativa de los movimientos populares, para convertirla en insumo para la dialéctica entre su teoría y su praxis. Se plantea como contrapartida la génesis de Otras propuestas de inclusión y participación política basadas en experiencias en curso de acracia autogestionaria, control social portoalegrero, "caracoles" zapatistas (principio de "mandar obedeciendo"), democracia directa, democracia sustantiva, democracia radical, democracia participativa y protagónica (propuesta bolivariana), la democracia sin fin (socialismo critico y libertario), entre muchas otras propuestas e iniciativas emancipatorias;

2) Debe plantearse la cuestión de la real articulación local- global/ interna- externa. No se puede pretender lograr la articulación de los Pueblos, si no se da primero una real, honesta, co-afirmatoria articulación entre comunidades, colectivos, organizaciones sociales, populares y revolucionarias. Esto necesariamente nos conduce al tema de la ética política, y en consecuencia, al de la autoestima y la coherencia, la comunicación, el respeto e inclusión de las diversidades, la alteridad positiva, la apertura ideológica, y el fomento de las propias capacidades individuales y colectivas de organización y concreción, etc.;

3) Debe abrirse de nuevo el debate sobre la creación de una nueva institucionalidad, en contraposición a la utilización de la existente. Esto nos reconduce quizá a una vieja discusión en el seno de nuevos contextos: el debate relativo a la naturaleza de la realidad sociopolítica y sus modelos interpretativos; y en particular -en relación con los "modelos"-, a dos polémicas dicotomías heredadas de la "modernidad": entre sociedad y Estado modernos (y sus respectivos roles históricos), y entre "Transformación de las Instituciones ya existentes" y "Creación de nuevas instituciones, relaciones y Valores".

Quizá para una adecuada comprensión de las premisas de fondo del debate sea necesario verse en el espejo de las posiciones existentes en la Primera Internacional, y tratar de entender críticamente en qué derivó socio-políticamente todo aquello, para tener claridad sobre las potencialidades y limitaciones reales de las propuestas de reorganización o de creación de nuevas instituciones y de nuevas alianzas sociales y estatales.

Existen propuestas alternativas que buscan esta articulación de los Pueblos, tales como: el establecimiento de una Organización de la Pueblos de América (OPA); las ideas de la Anfictionía (creación de la "Patria Grande"); las propuestas de integración en un "Bloque de Poder Regional"; las propuestas autóctonas de reafirmación del Abya-Yala; articulación a través de los Foros Sociales Continentales o de Asambleas de los Pueblos, etc.

Esperamos conseguir caminos para unir desde la diversidad, a fin de seguir construyendo realidades incluyentes, que cierre la puerta a todo Pensamiento o Actitud que pretenda hegemonizar excluyendo. Es hora de empezar a afirmarnos a nosotr@s mism@s a partir de la afirmación de l@s demás.

LLEGA EL MOMENTO DE LAS DEFINICIONES

Cuando fui parte de una misión internacional de DDHH en Bolivia, a poco de la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada, las organizaciones sociales, los heridos y familiares, preguntaban dónde estaban Human Rights Watch, la FIDH y Amnistía Internacional. La misma pregunta se hicieron los caraqueños después de los sucesos de abril de 2001, al conocerse el silencio de los organismos de DDHH de Europa y EEUU ante el golpe de Estado.

Así como la realidad ha superado a la arcaica OEA, así como el proceso sudamericano y los nuevos sujetos sociales han dejado atrás la visión tradicional de los centros de poder mundial sobre democracia, hoy resulta visible para los latinoamericanos que también los organismos internacionales (ONG's y fundaciones privadas) de DDHH que trabajan bajo una visión geopolítica del Norte, se han quedado anclados a un enfoque que es ya del pasado, pues no entienden los profundos cambios en la base social latinoamericana y no responden satisfactoriamente a las dramáticas violaciones cometidas por el modelo neoliberal y las democracias excluyentes en el continente.
¿Dónde estaban esos movimientos de DDHH del Norte?, ¿mantenían una mirada prejuiciada de nuestra realidad latinoamericana?, ¿en qué andan pensando mientras el continente exige una visión contemporánea de derechos colectivos?, ¿son los derechos individuales, la vieja racionalidad aristotélica y el juridicismo legal y tecnocrático, suficientes para afrontar un mundo fuera de la ley y para entender un continente que abre nuevos caminos?

Independientemente del respeto que se pueda profesar a esas visiones, nosotros como organizaciones de DDHH latinoamericanas, resueltamente hemos pasado a construir un camino propio y cortar de manera definitiva el cordón umbilical doctrinario que aún ata algunos pensamientos y prácticas a "las escuelas" de Londres, París o Washington en materia de DDHH, democracia, o sociedad civil.
En ese marco, los derechos humanos como otro de los temas fundamentales, debe dar un salto de calidad en la teoría y praxis, que permita configurar una ambiciosa y nueva doctrina, nuestra, propia, autónoma, latinoamericanista, de los derechos humanos, que a nivel mundial de impulso a su noción fundacional de integralidad y diversidad, bajo una dinámica que en el siglo 21 debe entender a los derechos humanos como RESPONSABILIDADES (dialéctica del derecho y el deber) y que brinde respuestas efectivas y prioritarias a los derechos de los pueblos, los DESC, el derecho de soberanía y autodeterminación, los derechos del tercer milenio (preservación y defensa de nuestras fuentes de agua dulce, biodiversidad y oxígeno) y el poco debatido derecho al desarrollo. Pero ante todo, que incorpore el tema del Calentamiento Global y que supere la estrecha y egoísta visión antropocéntrica de derechos, ya que en el siglo 21 es inevitable consolidar una Declaración y una Práctica Mundial de Respeto a los Derechos de Todos los Seres Vivos. Una Declaración de Derechos Humanos, Animales y Ambientales.

*Alexis Ponce, Asamblea Permanente de Derechos Humanos
APDH del Ecuador