ESTADOS UNIDOS MANDA


POR CECILIA LÓPEZ MONTAÑO

Colombia, o mejor dicho, los gobiernos colombianos, siempre han tenido una relación cercana con Estados Unidos. Aún en el gobierno del presidente Samper, cuando estas relaciones fueron las más difíciles que se conocen, las decisiones internas siempre estuvieron pendientes de los mandatos norteamericanos. Pero lo que se está viviendo ahora en el gobierno del Presidente Uribe es realmente asombroso y preocupante. Se ha llegado al extremo se hacer cambios en el gabinete ministerial para darle gusto al Congreso de ese país. Varias preguntas surgen al respecto: ¿qué es lo que realmente está en juego para llegar a estos extremos? ¿No es una mala señal para los colombianos que miran con preocupación que valen más las presiones gringas que los argumentos de los colombianos en la oposición? ¿Estaremos perdiendo soberanía?

Para el Presidente ha sido una sorpresa que el trámite del TLC se le esté enredando en Estados Unidos. Es un gobierno autista que no logra comprender que Bush no es Dios y que el sí tiene el sol a las espaldas. Pero el tema sustantivo no se logra captar en el país. La globalización tiene valores y en este mundo interconectado en que hoy se vive no se aceptan muchos de los males colombianos, así a esta sociedad le parezcan lo más natural. Descuartizar vivos a los que se consideran enemigos como lo hicieron los paras es una muestra de salvajismo y no de fortaleza; no respetar la oposición es una prueba de antidemocracia; aceptar que las fuerzas irregulares son las que deben aplicar la justicia es inconcebible para el mundo civilizado; acentuar la desigualdad con políticas publicas que benefician a los que mas tienen, no se entienden en gran parte del mundo así como es inaceptable el asesinato de sindicalistas, como sucede en el país. Cuando una sociedad o un gobierno no se ajusta a los valores globales, se reciben los rechazos que el país está sintiendo en el caso de TLC con Estados Unidos.

En su reciente viaje a ese país, el Presidente Uribe recibió insinuaciones que se están convirtiendo en órdenes, para asombro de los colombianos. Se afirma que el intempestivo cambio de la Ministra de Cultura, cargo en el cual se nombró a una mujer afro-descendiente, se hizo para complacer a Rangel un senador negro, muy influyente en el proceso de negociación del TLC. Aparentemente esa sí fue la razón porque ya este congresista expresó su complacencia porque Colombia sí estaba acogiendo sus recomendaciones. Independientemente de las calidades de la nueva Ministra, es inaceptable que ahora los gringos se metan en la conformación del gabinete ministerial. ¿No es esto pérdida de soberanía?

El otro tema es el de la renegociación del TLC que han planteado los demócratas. Ahora resulta que lo que importa es lo que ellos digan pero se rechazan los mismos argumentos cuando provienen de la oposición colombiana. Además de esta entrega total que duele a quienes creemos en la dignidad nacional, esta es una forma eficiente de ofender al Congreso Nacional. ¿Quienes representan realmente los intereses de los colombianos, los demócratas gringos o los senadores y representantes elegidos por el pueblo de este país? Alguien le debería plantear esta pregunta al gobierno de señor presidente Uribe.

Ahora bien, ¿es necesaria esta entrega total? Vale la pena recordar una famosa frase de Joseph Stiglitz cuando vino a Colombia hace tres años. Claramente le dijo a Roberto Junguito, entonces ministro de Hacienda y a Antonio Hernández, en ese momento Contralor General de la República, que Colombia se debía parar de la mesa en las negociaciones de TLC con Estados Unidos porque a este país le interesaba sobremanera negociar con Colombia. Como en este país mucha gente asume posiciones sin información, y leerse el Tratado y entenderlo es una tarea titánica, sus defensores no saben que para Estados Unidos, especialmente para las multinacionales, para los productores e inversionistas, este Tratado es un gran negocio y por tanto no les conviene negarlo. A su vez, los grandes empresarios colombianos saben que como siempre ellos serán los ganadores y no les importa que pierdan los de siempre. Por desconocer las obvias ganancias de Estados Unidos e ignorar concientemente a los posibles perdedores en Colombia, el Gobierno y ellos están dispuestos a entregarlo todo.