LA DESVERGÜENZA DE LA CANALLA MEDIÁTICA COLOMBIANA


 

POR OCTAVIO QUINTERO

Desde su "balcón de la democracia", el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro denunció en la noche del 22 de enero a los directores de los grandes medios de comunicación de Colombia de los que dijo "se han convertido en partido político" para coadyuvar su destitución.

¿Cuáles son los "grandes medios de comunicación"? Por su influencia masiva en Bogotá serían: en prensa, la revista Semana y El Tiempo; en televisión, Caracol, RCN, CM& y City TV; en radio, Caracol, RCN y la doble W.

En su discurso, Petro acusó con nombre propio a los empresarios que, según dice, montaron el complot para tumbarlo, y cuando fue a decir los nombres de los periodistas que los secundaron, reflexionó y dijo: "mejor no digamos nombres, por ahora"…

Ninguno de estos medios se dio por aludido en sus páginas… Como dice el docto vulgo, "el que calla, otorga".

La parcialidad informativa de los medios en Colombia, "cada loro en su vara": El Colombiano de Medellín; La Patria de Manizales; Vanguardia de Bucaramanga; El Heraldo de Barranquilla, junto con sus conexiones de radio y televisión locales, son solo ejemplos.

Quizás esta acusación no tenga la exposición periodística que se merece, por obvias razones. Pero la denuncia de Petro, recogida por el Canal Capital que ha venido transmitiendo en directo sus discursos, es demasiado grave, de momento.

Y este "de momento", es también muy grave porque podría pasar rápidamente al olvido, como pasó ese otro escándalo reciente de Pacific Rubiales en el que también quedaron atrapados estos mismos grandes medios de comunicación, callados por la publicidad de la empresa que, como por arte de magia, hizo desaparecer las noticias del escándalo denunciado por el senador Jorge Enrique Robledo sobre las infrahumanas condiciones en que trataba a sus trabajadores.

O quizás, esta denuncia de Petro sea apenas el comienzo de una catarsis periodística que llevaría, en los años porvenir, a una reforma constitucional como las que se han dado en Venezuela, Ecuador y Argentina, en donde se les ha arrebatado ese poder monopólico de manejar la opinión pública con arreglo a los particulares intereses de "periodistas-empresarios".

Los directores de estos medios debieran decir algo; la SIP, debiera decir algo; El CPB (Círculo de Periodistas de Bogotá), el más encopetado de todos, debiera decir algo. El periodismo tradicional de Colombia ha sido cuestionado y debe darse por aludido.

Si Petro está diciendo mentiras desde su "balcón de la democracia", grave para la democracia; si está diciendo verdad, más grave. Es la democracia la que está cuestionada y, entonces, esto pasa a ser un asunto de todos.

En un país tan necesitado y lleno de ansiedad por la paz, solo la verdad podrá salvarnos…

23 de enero de 2013.