UNA LECTURA COMPARADA DE LA INUTILIDAD DE LA POLÍTICA EN UNA EUROPA EN CRISIS Y EN UNA AMÉRICA LATINA FUERA DE LA CRISIS

 

POR GRENFIETH SIERRA CADENA*


Hoy la política se diluye en la crisis de la deuda pública en la que se desmantelan los Estados en Europa, en el auge económico de una América Latina que crece en su PIB pero que no se desarrolla ni institucional ni humanamente, y en el sinsentido de un proceso político de paz en Colombia donde todo está permitido menos negociar la estructura del poder político y económico, ni conocer las causas y ni los responsables de la guerra.

La política ha perdido toda su capacidad transformadora. Ella se ha convertido en una noción vacía y sin significados; se vive a múltiples velocidades y a geometría variable mientras se pierde en el "flou" y el "super fluo" de la "Cool attitude" de ser lo que no se es; en el "lifting" de las formas del exterior para cambiar el interior del alma. La política es ahora un ejerció mediático y coyuntural del día a día de la percepción de "fenómenos" como la pobreza, la violencia o el desarrollo. El pensamiento le ha dado paso al eslogan en todo su sentido y significados, posesionando con mayor eficacia a los líderes de la opinión. Se han remplazando las nociones de sociedad y de ciudadanía por una nueva gramática cuantificable de beneficiarios de subsidios, de población favorecida por ayudas, casas gratis, becas y programas de transformación productiva PTP. Los políticos instrumentalizan a la pobreza como fuente de riqueza electoral, haciendo de la política un arma moralista pero no moral, la empotran en la mediatización de los señalamientos, los resultados y las denuncias del día a día pero la despojan de su capacidad pedagógica, la construyen en Twitter expulsándola de los foros públicos de argumentación para no ser objeto de críticas necias.

Su significado ha abandonado el terreno de lo público, de los partidos y del ciudadano para exiliarse en los grupos empresariales, en los fondos de inversión, en la agencias calificadoras de riesgo, en el sector bancario y en algunos organismos internacionales donde la especulación y el libre moviendo de los capitales son ahora sinónimo de riqueza social y desarrollo humano. El "interés general" se ha transformado en una noción subversiva frente a la seguridad económica que ofrecen los mercados. Poco queda del ideal de los antiguos en tanto que participación del ciudadano en los asuntos de la Cite, o del ideal de los modernos en tanto que administración profesional y jurídica de lo público. Hoy habita en el desierto de un solo paradigma económico posible, en la homogenización de las estéticas y de las ideas, haciéndose de ella un dispositivo absoluto de dominación, no de liberta y ni de felicidad humana.

La crisis de la política se ha convertido en otro de los síntomas de la crisis de las civilizaciones y de la cultura; la cual denuncian los nostálgicos de la palabra. Es así como, un balance de la inteligencia humana demuestra finalmente que: "L'homme est incessamment et nécessairement opposé à ce qui est par le souci de ce qui n'est pas " escribia Paul Valery mientras recordaba que las civilizaciones perecen cuando dan paso a las sombras, a las simplificaciones del pensamiento y a la homogenización de la belleza.

Los políticos más inteligentes ignoran conscientemente el cambio y la gran mayoría de entre ellos de forma inconsciente. Pero todos coinciden en ser los testaferros privilegiados de estas organizaciones como Mario Monti en Italia o Mario Draghi en el Banco Central Europeo o José Manuel Barroso en la Comisión Europea. Lideres que dejaron de ser ejecutivos del Grupo Goldman Sachs (la mayor banca de especulación mundial) o de la social democracia para sobrevenir jefes de gobierno y reguladores de la economía global con el merito de no haber demandando un solo voto ciudadano. Y los líderes latinoamericanos han institucionalizado el travestismo intelectual y espiritual en todos sus niveles, colores y edades desde tiempos inmemoriales.

Los cortos de reflexión señalaran como responsable de esta patológica crónica y globalizada al Neoliberalismo. Pero las pruebas llevan a pensar que un sinónimo posible de decadencia política y de perfidia se llamaría Internacional Socialista. No hay en el mundo otra organización que posea entre sus miembros a las cabezas de la realidad contemporánea. Políticos que entregan el destino de las sociedades humanas a los mercados como Mitterrand, Tony Blaire, la familia Papandreou, Zapatero, D Strauss Kahn, Barroso y hoy a Hollanda y el PRI. Representantes de la inteligencia estratégica y de la "tercera vía".

Y si las elecciones francesas las ganó el Partido Socialista, como gran singularidad en Europa, son los valores del mercado los que gobiernan hoy Europa sin excepción. El grito electoral proclamado en Bois de Vincennes durante la campana 2012:"La democratie est plus forte que les marchés!" fue rápidamente remplazado por la firma del Pacto de Estabilidad Presupuestal de la Deuda que garantiza un acuerdo de no agresión entre políticos y banqueros; una cohabitación entre cazador y presa a resultado incierto. Al mismo tiempo las sociedades europeas se disuelven en la desesperanza de dejar de ser la civilización de los valores de la fraternidad humana; mientras se instala el desempleo, empujando el crecimiento de la pobreza los Comunitarismos, los regionalismos y la xenofobia como alternativas a los mercados. La Social Democracia francesa abre los debates del matrimonio entre homosexuales y el voto a los extranjeros como último recurso electoral para desorientar el debate político interno sobre la derechización creciente de gran parte de una sociedad que en 6 meses no se siente más representada en su Partido de Gobierno (con un 69% de desaprobación); evitando abrir toda discusión publica sobre el futuro económico en Europa. Y la social democracia española fue simplemente aniquilada en las elecciones locales por una sociedad empobrecida por sus políticas económicas.

Los social demócratas del mundo tienen en común que de noche duermen en el XVI en Paris o en los Rosales en Bogotá, pero de día hacen política en Ciudad Bolivar, los Mártires, en Saint-Denis o la Gare de Nord en París prometiendo más subsidios a los miserables, derechos a los homosexuales mientras ellos ejercen la primera de las exclusiones: la de la educación de las oportunidades al negar que en una sociedad democrática el ciudadano tiene más obligaciones que derechos.

Es así como en México los carteles de la droga son novatos ante el historial de corrupción y violencia que presiden al partido de gobierno y a su jefe de cartera; en Argentina siempre se han creído más en los Mesías como Evita, Maradona o la monarquía Kirchner que en las instituciones; y en Colombia los partidos de "izquierda" han tocado fondo: mutando de estructuras de caciques a monarquías hereditarias subsidiadas por dineros públicos y contratistas de infraestructuras, bajo la inmunidad de una "Unidad nacional" donde todos ganan pero la sociedad siempre pierde con menos justicia, menos seguridad, menos salud, menos educación; menos igualdad, menos verdad.

Esto lleva a pensar que los consensos y los acuerdos de las formas y de los contenidos de la política como fórmula de desarrollo social, se ha convertido en un extraño modelo de democracia frente a lo que significaba el modelo del Estado liberal primigenio, donde la diversidad, la individualidad y la confrontación de las diferencias significaba la transformación, el desarrollo y el revelo pacifico de las élites gobernantes dentro de un modelo de democracia liberal; como lo afirmaban Locke y Tocqueville. El liberalismo ha sido pervertido transformándose en un nuevo totalitarismo de homogenización de las acciones humanas y en la puerta de entrada a la plutocracia globalizada.

Pero si la crisis del Estado/Liberal en Europa es la crisis de la función de la política como expresión de la civilización, de lo público, de la libertad y de lo humano. En América latina (como periferia de la globalización), al contrario, la no crisis es la evidencia de la ausencia de toda idea de valores colectivos; de Estado y de una modernidad transformadora. Es decir es una crisis ya asimilada y nunca superada, una metástasis colectiva de lo público.

El Estado en América Latina fue siempre un proceso inconcluso del siglo XIX al XX, que en la década de los 90 se desmantelado por para darle paso a la iniciativa privada y a la privatización de los sectores de producción como motor del desarrollo; guardando el poder público la sola responsabilidad de los subsidios para compensar a los más miserables con el objetivo de no sacarlos de la cadena de consumo, de producción y por su puesto del voto plebiscitario que legitima a estas monarquías criollas sin linaje, ni ilustración. Los modelos económicos estructurales, industriales, de libre competencia, regulación técnica e innovación fueron remplazados por una economía de monopolios privados, de explotación de materias primas y de coyunturas económicas sin ningún valor agregado que están siempre a la espera de la próxima ola de crecimiento mundial para navegar en su cresta; hasta que llegue el día donde no haya más petróleo, más carbón, u otra selva u otro páramo que ceder en concesión; y en aquel momento la ola pasara por encima de todos, y los capitales partirán, y el "Estado" no tendrá más subsidios que adjudicar, ni pobres que administrar, y los centros comerciales quedaran vacíos. La "prosperidad" se irá a otra parte del planeta donde el costo humano sea más barato.

Entonces, si en esta década el Estado/nación en Europeo muere a causa de los mercados y las secesiones regionales sin lograr reconstruir una nueva dimensión de la regulación económica y de las finanzas globalizadas, sin refundar el significado de la política y de lo común en una nueva arquitectura de la democracia y del control de los poderes a escala supranacional. El Mundo será simplemente cada día más como América latina y África (y en el mejor de los casos como Grecia o España): un Mundo sin solidaridad, sociedades entregadas al arribismo, a los caprichos de los monopolios, con profundas desigualdades estructurales donde los políticos son socios de las mafias, y donde las democracias migra a seudo-tecnocracias financieras y a feudos políticos con clientelas parásitas y ejércitos propios, haciéndose de la libertad política una libertad económica a precio especulativo.

Pero finalmente no es la nostalgia a la muerte inevitable del viejo mundo lo que hace inútil a la Política. Es la realidad abrumadora de la incertidumbre ante el nuevo mundo que se levanta y del cual solo conocemos sus contornos; es la amoralidad de sus fundamentos, la banalización de los excesos; es el abandono de las nociones de poder y de contrapoder que fundaron la modernidad y las Vanguardias para crear hoy conceptos neutros y sin género; una complementariedad que representa los valores de la eficiencia y la conectividad; una humanidad unidad por las redes virtuales y la compatibilidad entre perfiles, no por ideas y valores. La complementariedad perfecta en el Trashumantismo. Es la desaparición de la política de lo vivo, del hombre en tanto que producto de la biología, la historia y la educación -la Perfectibilidad como se llamaba en la ilustración-, dando paso a una política donde el hombre es el producto de los implantes éticos y estéticos dentro de las performen's económicas. La política ha abandonado el orden de la modernidad para instalarse en la incertidumbre de una nueva edad media, es decir en la justificación de la inseguridad ante el desorden espontáneo de los mercados. Ella administra la vida y la muerte ya no desde la religión y la moral sino desde una nueva creencia más vital llamada microeconomía y capacidad de consumo. Es el comienzo de un neo-feudalismo de corporaciones globalizadas dirigidas por déspotas des-ilustrados como el Grupo Goldman Sachs, el PRI o la Unidad Nacional.

Pero paradójicamente esta inutilidad de la política desde el Estado que desaparece, la hace vitalmente necesaria desde la Multitud globalizada que nace. La política hoy pertenece a la inteligencia colectiva de una humanidad en red que necesita crear nuevos paradigmas desde las nuevas tecnologías, no ya desde los viejos Partidos políticos de una social democracia que no representa ninguna vanguardia ni utopía posible, sino desde un nuevo Mundo que promete un nuevo hombre.


*Doctorando investigador de la Escuela en Derecho comparado de la universidad Paríss 1 (Pantheón-Sorbonne) y del Consejo de Estado de Francia.

Paris, 29 de octubre de 2012.