El siguiente es el texto de las reflexiones
en torno al naciente proceso de paz entre el gobierno colombiano y la
guerrilla de las Farc que hace el activista argentino de derechos humanos
y Premio Nobel de Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel:
Nos alegra saber que luego de muchos años nuevamente el Gobierno
Colombiano y las organizaciones guerrilleras FARC-EP y ELN tienen intenciones
de abrir un camino de diálogo pautado para poner fin a un conflicto
que lleva más de 50 años.
Décadas de militarismo, narcotráfico y políticas
neoliberales han llevado a la tierra querida de Colombia a tener más
del 50% de su población en la pobreza según los informes
del PNUD. Una enorme cantidad de desaparecidos que la ONU reconoció
en 60.000 en el año 2011, pero se estiman muchas decenas más.
Y millones de campesinos e indígenas desplazados de sus tierras
y refugiados que han sido expulsados de Colombia y se encuentran principalmente
repartidos en Venezuela, Ecuador y España.
En los últimos años he seguido muy de cerca la problemática
colombiana viajando y escuchando a las organizaciones sociales y a dirigentes
como Piedad Córdoba en su gran gestión para liberar a
los rehenes de las guerrillas.
Pero hay que tener en cuenta que este nuevo diálogo no implica
el cese de la militarización, por eso los Colombianos no deben
considerarse meros espectadores. Todos debemos estar atentos y participativos
y las organizaciones sociales colombianas deben ser incluidas como veedoras.
Esta búsqueda de acuerdos se encuentra enmarcada en tensiones
y desafíos muy fuertes a nivel externo e interno que los Colombianos,
los países garantes y los pueblos latinoamericanos debemos tomar
en cuenta:
Para entender las presiones externas hay que recordar que toda guerra
implica negocios estatales y privados.
El Plan Colombia iniciado en 1999 por Pastrana y Clinton aún
sigue vigente. Consiste en un acuerdo bilateral para que Estados Unidos
financie a Colombia para derrotar el narcotráfico. En la práctica
este plan es una injerencia militar en nuestro continente haciendo de
pantalla para la entrada de bases militares norteamericanas, soldados,
armamento y capacitación. Esto no sólo pone en duda la
soberanía de Colombia sino que también ha servido de excusa
para extenderse a otros países hermanos.
Un acuerdo de Paz también perjudicaría a otros países
como Francia e Israel que venden armas a Colombia para mantener aceitadas
sus industrias militares.
Hacia el interior de Colombia también hay muchos sectores que
se oponen a lograr un acuerdo de paz.
Colombia tiene un Estado con niveles dirigenciales muy corrompidos y
en complicidad con el delito organizado. Entre ellos las organizaciones
paramilitares y del narcotráfico. Son los sectores que incrementan
su poder interno y sus cuentas bancarias gracias a la guerra y a costa
del sufrimiento y la pérdida de soberanía de los colombianos.
En el año 2010, el policía colombiano Juan Carlos Meneses
llegó a Argentina para denunciar el accionar paramilitar de la
mano de ACNUR. Durante cinco horas Carlos Zamorano, por la Liga Argentina
por los Derechos del Hombre; el juez Eduardo Freiler; el presidente
consultivo de la Asociación Americana de Juristas, Beinusz Smuckler;
el representante de la Asociación Americana de Juristas, Ernesto
Moreau, y yo, como Presidente del Servicio Paz y Justicia, escuchamos
un testimonio en el que dio detalles de los homicidios que cometió
como parte del grupo paramilitar Los 12 Apóstoles, y como recibía
órdenes de Santiago Uribe, hermano menor del ex Presidente colombiano.
Grabamos tres horas y preparamos un documento analizando su testimonio,
que hicimos llegar a la justicia colombiana. Otro caso es el de Mario
Uribe, primo del ex presidente, que ya tiene condena firme por sus vínculos
con los paramilitares.
Este proceso no se resuelve únicamente entre el Gobierno y las
FARC. Si estos intereses no son confrontados con firmeza y soberanía
ningún proceso de diálogo puede sostenerse en el tiempo.
Los muros de la intolerancia son resistentes, difíciles de derribar,
nadie puede sembrar con los puños cerrados. La violencia aparta
al pueblo de los caminos de la liberación y se ve arrebatado
de sus derechos. Por eso esperamos que este nuevo intento de negociaciones
de paz rinda sus frutos y permita conducir a cambios económicos,
sociales y políticos profundos y soberanos.
Como dicen los hermanos indígenas del Cauca (Colombia): "hay
que hacer caminar la palabra de la resistencia". Hay que recuperar
el verdadero sentido de las palabras, en este caso, el de la palabra
Paz.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
http://adolfoperezesquivel.org/
Buenos Aires, septiembre de 2012.
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