POR ATILIO A. BORON
En estos días se conmemora el 44º
aniversario del cobarde asesinato del Che en Bolivia. Pero hay otra
fecha que también merece ser recordada: en agosto se cumplieron
cincuenta años del brillante discurso que el guerrillero heroico
pronunciara el 8 de Agosto de 1961 en la Conferencia del Consejo Interamericano
Económico y Social de la OEA celebrada en Punta del Este. La
reunión, impulsada por la administración Kennedy, tenía
dos objetivos: organizar el "cordón sanitario" para
aislar a Cuba y lanzar con bombos y platillos la Alianza para el Progreso
(ALPRO), como alternativa a los ya inocultables éxitos de la
Revolución Cubana. En el tramposo marco de esa conferencia el
Che no sólo refutó las calumnias lanzadas por el representante
de Washington, Douglas Dillon, y sus lenguaraces latinoamericanos sino
que también hizo gala de su notable ironía para dejar
en ridículo a quienes proponían como panacea universal
para América Latina a la ALPRO, la "mal nacida", como
la fulminara en su obra el inolvidable Gregorio Selser.
Un botón de muestra lo ofrece la crítica que el Che dirigiera
en contra de los proyectos de desarrollo pergeñados "por
técnicos muy sesudos" -decía, mientras su rostro
se iluminaba con una sarcástica sonrisa- para los cuales mejorar
las condiciones sanitarias de la región no solo era un fin en
sí mismo sino un requisito previo de cualquier programa de desarrollo.
Guevara observó que, en línea con esa premisa, de 120
millones de dólares en préstamos desembolsados por el
BID la tercera parte correspondía a acueductos y alcantarillados.
Y añadía que "Me da la impresión de que se
está pensando en hacer de la letrina una cosa fundamental. Eso
mejora las condiciones sociales del pobre indio, del pobre negro, del
pobre individuo que yace en una condición subhumana; 'vamos a
hacerle letrinas y entonces, después que le hagamos letrinas,
y después que su educación le haya permitido mantenerla
limpia, entonces podrá gozar de los beneficios de la producción.'
Porque es de hacer notar, señores delegados, que el tema de la
industrialización no figura en el análisis de los señores
técnicos (entre los cuales figuraba con prominencia Felipe Pazos,
economista cubano que había buscado "refugio" en Estados
Unidos ni bien triunfara la revolución). Para los señores
técnicos, planificar es planificar la letrina. Lo demás,
¡quién sabe cuándo se hará!" Y remataba
su ironía diciendo que "lamentaré profundamente,
en nombre de la delegación cubana, haber perdido los servicios
de un técnico tan eficiente como el que dirigió este primer
grupo, el doctor Felipe Pazos. Con su inteligencia y su capacidad de
trabajo, y nuestra actividad revolucionaria, en dos años Cuba
sería el paraíso de la letrina, aun cuando no tuviéramos
ni una de las 250 fábricas que estamos empezando a construir,
aun cuando no hubiéramos hecho Reforma Agraria."
Al exponer las falacias de la ALPRO, mismas que con diferentes imágenes
hoy sostienen los ideólogos del neoliberalismo, el Che atacó
también la pretensión de los economistas que presentan
sus planteamientos políticos como si fueran meras opciones técnicas.
La economía y la política, decía, "siempre
van juntas. Por eso no puede haber técnicos que hablen de técnicas,
cuando está de por medio el destino de los pueblos." Al
insistir en la inherente politicidad de la vida económica el
Che subrayaba una verdad que la ideología dominante ha ocultado
desde siempre, haciendo que las opciones de política económica
que deciden quien gana y quien pierde, quien se empobrece y quien se
enriquece, aparezcan como inexorables resultados de ecuaciones técnicas,
"objetivas", incontaminadas por el barro de la política.
Así, si hoy en Estados Unidos o Europa crecientes sectores de
la población son arrojados al desempleo o por debajo de la línea
de la pobreza mientras que la rentabilidad de las grandes empresas y
los salarios de sus máximos ejecutivos se miden en millones de
dólares esto no puede ser adjudicado a ningún factor político
sino que es el gélido corolario de un juicio técnico.
Si invariablemente el ajuste neoliberal empobrece a los pobres y enriquece
a los ricos es porque técnicamente resulta mejor y no porque
haya una clase dominante que promueva ese resultado y para la cual es
mejor salvar a los bancos que salvar a los pobres. Guevara destruyó
implacablemente aquellos argumentos, predecesores de los actuales.
Medio siglo después, la relectura de ese apasionado discurso
del Che lo pinta como un personaje dotado de una clarividencia fuera
de lo común. Imposible enumerar en estas pocas líneas
tanta sabiduría condensada. Elegimos, para terminar, una sentencia
más válida hoy que ayer: "una nueva etapa comienza
en las relaciones de los pueblos de América. Nada más
que esa nueva etapa comienza bajo el signo de Cuba, Territorio Libre
de América." Y ante los cantos de sirena que hoy como ayer
pregonan la armonía de intereses entre Washington y las naciones
sometidas a su imperio nos advertía que "El imperialismo
necesita asegurar su retaguardia." Una retaguardia, recordemos,
pletórica en recursos (petróleo, gas, agua, biodiversidad,
minerales estratégicos, alimentos, selvas y bosques) que según
informes de los estrategas norteamericanos constituyen insumos esenciales
para el mantenimiento no sólo del "modo de vida americano"
sino también de la seguridad nacional. Y, el Che ya lo advertía
en Punta del Este, la preservación de esa retaguardia era un
objetivo no negociable del imperio. El rosario de bases militares con
las cuales Estados Unidos ha cercado nuestra región y la reactivación
de la IV Flota para patrullar nuestros mares y ríos interiores,
confirman que, una vez más, el Che tenía razón.
No olvidemos su consejo y actuemos en consecuencia.
Buenos Aires, octubre 8 de 2011.
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