ENTREVISTA CON LA HISTORIADORA Y POLITÓLOGA
ARGENTINA ALEXIA MASSHOLDER
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POR FERNANDO ARELLANO ORTIZ El reto para enfrentar las lacras de un sistema criminal como el capitalismo que ha generado la actual crisis civilizatoria por la que atraviesa la humanidad pasa por articular en forma efectiva las luchas sociales y políticas a nivel local, regional y mundial. Y en ese empeño, "el pensamiento crítico indudablemente jugará un rol central, para la revisión crítica de nuestra historia de lucha, cuyo único fin no debe ser 'condenar' sino repensar las formas para hacerla más efectiva. Pero también para la denuncia permanente y la elaboración de propuestas alternativas de acción, análisis y organización". La reflexión es de la historiadora argentina, doctora en Ciencias Sociales y catedrática universitaria, Alexia Massholder, quien alterna su actividad de investigación académica con sus labores de activista política. Massholder es autora de un muy buen documentado libro titulado "El Partido Comunista y sus intelectuales. Pensamiento y acción de Héctor P. Agosti" (Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2014), que constituye un riguroso análisis del rol jugado por la intelectualidad argentina en la compleja y conflictiva realidad de la nación gaucha durante el periodo comprendido entre 1945 y 1965. La obra se desarrolla teniendo como eje articulador la figura del dirigente comunista argentino Héctor Pablo Agosti (1911-1984), su amplia producción bibliográfica y su accionar político. "De la mano de Agosti el libro de Massholder se interna en un
amplio laberinto en donde intelectuales, dirección política
y dinámicas burocráticas se entrecruzan en un período
crítico de la historia argentina", señala el reputado
científico social Atilio Boron en el prólogo de la obra. Para auscultar los alcances de este interesante trabajo bibliográfico que recaba en el papel de la intelectualidad en la lucha política y que contribuye a aprender de los yerros que históricamente han frenado procesos emancipatorios como el sectarismo y el dogmatismo en las conducciones partidarias, dialogamos con su autora. Alexia Massholder se desempeña actualmente como docente en la Cátedra Pensamiento argentino y latinoamericano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED) del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Además, es directora adjunta del Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti (CEFMA). CUANDO NO SE APUNTA A TRANSFORMACIONES PROFUNDAS, NO SÓLO NO SE AVANZA SINO QUE SE PERMITE EL FORTALECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA BURGUESA - Uno de los temas centrales de tu libro es el rol que juega la cultura y los intelectuales en el devenir político (en este caso de Argentina, en el periodo que analizas: entre 1945 y 1965). ¿En América Latina la falta de una solidez cultural que posibilitare identidad propia ha sido talvez uno de los impedimentos para generar conciencia emancipadora? - No diría que es un tema de falta de solidez cultural sino
de relaciones de fuerza y de conciencia de lo profundas que son las
contribuciones teóricas y prácticas desde América
Latina. Respecto a esto último pensemos en el pensamiento geoestratégico,
cultural y político de Simón Bolívar, de San Martín,
Simón Rodríguez y José Martí en el siglo
XIX. Y en el siglo XX los de José Ingenieros, Aníbal Ponce,
Julio Antonio Mella, José Carlos Mariátegui, Sergio Bagú,
Fidel Castro
, también los exponentes de la Teología
de la Liberación y de la Teoría de la Dependencia. Todos
ellos y tantísimos más han tenido valiosísimos
aportes desde lo teórico (tanto la elaboración como la
difusión y la revisión crítica) pero también
desde la acción política transformadora. Muchos ellos,
como el propio Héctor P. Agosti que de alguna forma protagoniza
el libro al que referís, fueron en diversas medidas víctimas
del olvido, muchas veces intencionado, y de la fragmentación
política de nuestra región que durante muchos años
impidió la circulación y el conocimiento de estos aportes
propios. Decía, entonces, que no es sólo la falta de conciencia
de lo mucho que tenemos, que en cierta medida comenzó a revertirse,
sino de la correlación de fuerzas políticas que intentó
e intenta sistemáticamente sepultar todo el potencial cultural
y emancipador de América Latina.
- Muchos de los intelectuales que mencioné tuvieron pertenencia
a partidos políticos, con las particularidades que eso implica
y que intento abordar en el libro. No sé si se trata de un déficit.
Pero es cierto que su pertenencia a estructuras partidarias fue muchas
veces utilizado como argumento, harto reduccionista por cierto, para
desacreditarlos. Como si ser "pensadores sueltos" implicara
siempre una condición superior en los intelectuales. Es un tema
delicado. Y sin dudas, como sugieres, el neoliberalismo se ha fortalecido
con estas disputas propias de la izquierda, que tanto mal nos hacen
por cierto. Las limitaciones del llamado "progresismo" creo
que también han contribuido. En todo caso, habrá que repensar
estas cuestiones porque la batalla sigue y aquí estamos. Y seguiremos
estando. - Señalaría tres principalmente. En primer lugar sus
reflexiones sobre la democracia burguesa y sus límites. Creo
que en la actualidad, cuando las democracias no apuntan a las transformaciones
profundas, revolucionarias, no sólo no se avanza sino que permiten
el fortalecimiento de la democracia burguesa, en donde el pueblo (demos)
no cuenta con las garantías necesarias para la participación
efectiva que el término "democracia" supone. En segundo
lugar, sus críticas desde el marxismo a las tradiciones liberales
y nacionalistas (en el mal sentido de la palabra, porque hay uno bueno).
Se trata de las dos corrientes que se han alternado mayormente en los
gobiernos de nuestro continente sin haber podido dar soluciones efectivas
y duraderas a nuestros problemas estructurales. Y en tercer lugar, creo
que la introducción de Gramsci y el puntapié inicial en
la difusión de su obra al español ha sido y es fundamental
para pensar los vínculos entre nación, ideología
y cultura. - Sin dudas. Porque estos gobiernos de impugnación neoliberal
no pasan de intentar dar mejor condición del explotado, no el
fin de la explotación. Y eso no es más que perpetuar el
sistema capitalista, que ya no hace falta ser revolucionario para impugnar.
Miremos sino las declaraciones del Papa
Esos gobiernos construyeron
un polo antagónico del pueblo para enfrentar al neoliberalismo
pero no generaron la herramienta para derrotarlo. Herramienta que para
Gramsci debe conducir los intereses de las clases y fracciones de clases
del nuevo bloque histórico, con una nueva unidad ética
y moral, verdaderamente popular. No debe olvidarse, como hicieron y
hacen muchos "gramscianos", que Gramsci pensaba esos conceptos
teóricos, como todo marxista, en anclaje con la práctica
de la lucha política. Y como comunista su horizonte era la revolución. - Las motivaciones creo que fueron ampliándose en el transcurso
de la investigación. Inicialmente, la ausencia total del estudio
del comunismo en la Argentina en la carrera de Historia de la Universidad
de Buenos Aires me llamaba mucho la atención. No viniendo de
familia comunista, tenía la "idea" de que, por lo menos
en el plano cultural, los comunistas habían hecho muchísimos
aportes. Con el desarrollo de la investigación, en donde mis
directores Atilio Boron y Fernando Lizárraga tuvieron mucho que
ver, fui tomando conciencia de las implicancias políticas de
esa ausencia. Hoy estoy convencida de la intencionalidad política
de esas ausencias y creo que debe ser un deber militante reponer todos
esos "vacíos", para revertir los efectos de lo que
comentábamos en la primera pregunta.
Buenos Aires, febrero de 2016.
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