¡ALTO EL FUEGO! POR OCTAVIO QUINTERO |
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Aunque en la capital colombiana no corre la sangre, corre en cambio
una abierta persecución jurídica contra el alcalde Petro,
coadyuvada por una mal disimulada animadversión mediática,
por el solo hecho de no ser del régimen. Pero, rectificando un
tanto lo anterior, tan corre la sangre por cuenta de esta intolerancia
que por eso hay FARC y ELN; y paramilitares y Bacrim (que son lo mismo). En la capital ecuatoriana, en cambio, el gobierno de Correa ha aceptado la derrota y nadie ha osado siquiera echar un volador al aire. El asunto de aprender a convivir con el contrario político pasa por definir ideológicamente a la Derecha y a la Izquierda, y en torno a estas ideologías, disputarse el poder dentro de la mayor transparencia posible, que pasa por tener unos órganos de control y unas autoridades electorales de muy alta calidad. Si se pregona que la democracia es la mitad +1, no puede ser que por ese 1 puesto a la Derecha o a la Izquierda, tengamos que matarnos En Estados Unidos, al definirse el resultado de una elección presidencial, la gente sabe a qué atenerse, pues, para nadie es secreto que a los republicanos les gusta poner el énfasis en la efectividad y a los demócratas en la equidad, aunque ambos jueguen en el mismo equipo del modelo capitalista. Y en la misma línea van las elecciones parlamentarias. En la afortunada máxima socialdemócrata "Tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario", está la diferencia tolerada en la lucha política. Cualquier desvío mete ruido aquí o allá. En Latinoamérica, el ruido hoy proviene del lado del capitalismo porque "se vive, se siente" una revolución social; y en Europa, es todo lo contrario: el ruido proviene del lado social porque el neoliberalismo viene imponiendo sus condiciones de antes de la guerra. Parece, pues, que necesitamos más pedagogía política sobre qué tanto mercado resistimos o qué tanto Estado toleramos; y agregarle a la fórmula algo de ética y moral en términos de Michael J. Sandel en su tesis: "Lo que el dinero no puede comprar". ¿Cómo se logra esto? Una aseveración de la MOE (Misión de Observación Electoral) en Colombia, tiene la clave: los resultados de cualquier confrontación política en las urnas no necesitan tanto de fuerza pública para que sean aceptados por las partes, como de más jueces, mejores fiscales y autoridades de control, capaces de prevenir y castigar el fraude electoral. Fin de folio. Los ladrones convencionales no roban elecciones. Los que se roban las elecciones son los políticos corruptos. De estos es que debemos cuidarnos. 26 de febrero de 2014. |
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