La careada transparencia electoral del
Consejo Nacional, no era tanto antes como lo es después. Así
como presto corrió a anular más de un millón 600.000
cédulas inscritas sin más fórmula de juicio que
una supuesta trashumancia, ahora debiera emprender la investigación
real de esa trashumancia que de todas maneras se dio, junto con la financiación
de los candidatos a corporaciones y cargos públicos de elección
popular y, todavía más importante, la elección
de muchos indeseables y los avales otorgados a estos por los partidos
políticos que, al tenor de la constitución, vienen a ser
corresponsables del extenso y hondo barril de puercos en que medra la
política colombiana.
Noticias provenientes de todas partes, y pocos aunque valientes columnistas
de algunos medios, especialmente alternativos, señalan las irregularidades
presentadas en tantos departamentos y municipios que, tristemente, la
transparencia electoral en algunas partes, viene a ser la excepción
de la jornada electoral del pasado 25 de octubre. Y esta escalada de
la corrupción política tampoco viene a ser un hecho excepcional
o sorpresivo de las pasadas elecciones
No, es una constante en
crecimiento que transcurre elección tras elección ante
la faz de las autoridades todas, que prefieren mirar a otro lado; y
ante la misma comunidad que, inexplicablemente, a pesar de cantar hace
rato con Garzón y Collazos ese estribillo de "ahí
están, esos son los que venden la nación", siguen
eligiendo, como diría Gaitán hace más de 60 años
"a los mismos con las mismas".
Aunque parece irrefutable el pensamiento ese que dice "un pueblo
que elige corruptos no es víctima sino cómplice",
lo cierto es que los elegidos que corrompen al pueblo andan sueltos;
la justicia no les alcanza, y es porque la justicia electoral, en este
caso, hace parte de la corrupción.
¿Por qué el Consejo Electoral no emprende las correspondientes
investigaciones? ¿No hay denuncias formales? ¿Y, quién,
formalmente, le denunció la trashumancia que procedió
a anular el millón 600.000 cédulas inscritas en diferentes
municipios sin más ni más? O sea que, de hecho, el flamante
CNE puede, debe y es su obligación iniciar estas investigaciones.
Columnas como la de la exministra Cecilia López Montaño
en El Tiempo (Se desnudó la política colombiana), y denuncias
públicas como la del candidato a la alcaldía de Magangué,
Ubaldo Enrique Meza (VER), o la abnegada y persistente labor de la MOE
(Misión de Observación Electoral), por citar un par de
casos para no extendernos, evidencian la corrupción política
extendida a todo el país: en la Guajira, en Santander, en Antioquia,
en Cundinamarca
Mejor dicho, en todas partes. Y, como en la parábola
de Jesús sobre la adúltera "el que esté libre
de pecado que arroje la primera piedra".
Sigan mirando a otro lado señores del CNE; de la Fiscalía
(cuando le conviene), o de la Procuraduría (ídem); miren
a otro lado la Registraduría y el Ministerio del Interior (el
gobierno todo); tápense la nariz los electores; callen los medios
de comunicación y eleven sus loas a los electos alcaldes y gobernadores,
principalmente, porque de ellos provendrán los contratos de publicidad
en los próximos cuatro años.
Toda fiesta termina, y ésta electoral no parece tener un final
feliz, no tiene por qué, porque todo lo mal termina mal
2 de noviembre de 2015.