NO ESTÁN TODOS LOS QUE SON...

POR OCTAVIO QUINTERO


El anuncio conjunto Gobierno-Farc sobre el próximo fin exitoso de las negociaciones de La Habana puede calificarse como un pequeño paso hacia la paz, pero un gran salto hacia el fin de un conflicto armado que no tenía ni tiene otra salida que la negociación política.

El camino que sigue es culebrero, como reza la jerga popular. Montones de sinuosidades se espera que surjan de la Sala de Acusaciones, a donde llegarán todos los fallos y expedientes contra las Farc.

Agotado el debido proceso dentro de esa jurisdicción especial, es probable que alguna parte de impunidad favorezca a ciertos actores principales del conflicto. Al fin y al cabo, la impunidad es consustancial a toda administración de justicia y, como diría el expresidente Turbay, lo importante es mantenerla en sus justas proporciones.

En este tramo del juzgamiento tendremos buen entretenimiento periodístico por largo rato y, quizás, una que otra sorpresa adscrita al conflicto como, por ejemplo, la revelación de nombres y empresas inmiscuidas soterradamente en la guerra, como fue el caso de la bananera, Chiquita Brands, con respecto a los paramilitares de Urabá.

Pero el gran salto que se da en Colombia, una vez puesta la firma en el respectivo documento que se anuncia para dentro de unos seis meses, será el fin de la doctrina de la combinación de todas las formas de lucha para acceder al poder.

Y es aquí en donde, a partir de ahora, habrá que hacer todo lo que sea pertinente para meter al ELN dentro del acuerdo. El que puede lo más puede lo menos. Puede que las Farc realmente se ajusten al compromiso de "no repetición de los hechos". Pero, si el ELN no entra, quedaría con las manos libres para seguir usando las armas en nombre de una revolución social. Y en este punto tendríamos que volver a comenzar por decir que la única salida al conflicto sería el diálogo…

No esperemos otros 60 años para cerrar también esta brecha.

28 de septiembre de 2015.