DOS ESTRATEGIAS FRENTE A LA CRISIS

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

La semana pasada vi en la televisión al Presidente de la República tratando de calmar los temores de sus compatriotas frente al impacto de la gran crisis financiera internacional, la caída en picada libre de las bolsas mundiales y el cierre del crédito. Frente a estas amenazas propuso un plan de choque para impulsar el crecimiento y el empleo.

El plan es un ambicioso programa de inversiones públicas por US$5.000 millones, adicionales al presupuesto ordinario de la nación, con los que se planea construir más carreteras, colegios y universidades, hospitales, redes eléctricas y hasta más cárceles; además se invertirá en infraestructura para el campo, en acueductos y alcantarillados, y se construirá una nueva refinería de petróleo. En la más pura tradición keynesiana se trata de compensar con mayor gasto público la caída de la demanda originada en los menores precios y volúmenes de sus exportaciones y la reducción del consumo privado.

No estoy delirando ni pensando con el deseo; quien hizo este importante anuncio no fue el Presidente de Colombia sino Felipe Calderón, presidente de México. El mismo día Álvaro Uribe salió por televisión a anunciar su plan para enfrentar la crisis mundial, y debo confesar que como colombiano sentí pena ajena y dolor de patria porque el contraste fue deprimente.

Los anuncios concretos del presidente Uribe fueron dos: eliminar los controles a los capitales extranjeros que vengan a Colombia y proponer una amnistía tributaria para que los colombianos que tienen capitales en el exterior los traigan al país. A estos habría que añadir el "plan de contingencia" anunciado por el mismo Uribe la semana anterior con medidas tan etéreas y gaseosas como "hacer todo lo posible para mantener la confianza inversionista", "buscar otras fuentes de inversión extranjera" o buscar financiación entre los árabes y otros mercados como el asiático y el japonés. ¡Qué diferencia con lo que van a hacer los mexicanos!

Una de las razones de la diferencia es que Uribe sigue convencido de que su Política de Seguridad es condición necesaria y suficiente para atraer inversionistas, y no se ha dado cuenta que el mundo cambió y que los inversionistas están saliendo de todos los países emergentes, inclusive de aquellos que tienen más seguridad que nosotros. Es evidente que ya no eran necesarios los controles a los capitales extranjeros, pero es ingenuo pensar que por quitarlos van a volver a Colombia en la misma abundancia de antes.

Pero la razón fundamental de la diferencia entre los dos planes es otra: la situación de las finanzas públicas que le permite a México aumentar el gasto público, mientras que en Colombia es imposible hacerlo. El presidente Calderón lo dijo claramente en su discurso: "hemos ahorrado pacientemente fuertes sumas de dinero en distintos fondos de estabilización, que nos permitirán hacerle frente a esta situación adversa…., hoy el Gobierno Federal tiene un margen de maniobra importante para hacerle frente al problema y evitar que la crisis internacional paralice nuestra economía y provoque despidos masivos".

En Colombia, por el contrario, en seis años de permanente campaña electoral Uribe no hizo la tarea del necesario fortalecimiento fiscal; rechazó los consejos de sus propios ministros de Hacienda y en lugar de aprovechar la gran bonanza tributaria para eliminar el déficit fiscal decidió seguir gastando a manos llenas y dando cuantiosos, ineficientes e inequitativos subsidios tributarios. Peor aún, se gastó los ahorros que se habían hecho en los fondos de estabilización petrolera y los grandes ingresos de las privatizaciones, de manera que convirtió valiosos activos de la Nación en gasto corriente.

Por no haber ahorrado en la época de las vacas gordas, Uribe no tiene margen de maniobra fiscal para actuar ahora que han llegado las vacas flacas. Por eso habla de salir a buscar a los árabes y los asiáticos y está dispuesto a volver a vender su alma al diablo para que los dineros del narcotráfico puedan entrar libremente al país como ya sucedió con anteriores amnistías.

Octubre 12 de 2008.