INVERSIÓN EXTRANJERA Y DEVALUACIÓN

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

La imparable caída del precio del dólar, que la semana pasada rompió la barrera de los $2.200 para caer a un nivel similar al de hace siete años, ha sido atribuida, en buena parte, al abundante ingreso de divisas por concepto de la inversión extranjera que está llegando al país. Lo que no han dicho los gurús del mercado es que esa misma inversión extranjera también va a ser una de las causas de la futura devaluación del peso cuando llegue la subida del precio del dólar, indispensable para corregir el creciente déficit de la balanza de pagos.

La explicación es muy sencilla: hoy lo que está de moda es la compra de empresas colombianas por parte de multinacionales que traen gran cantidad de dólares para convertirlos a pesos y pagar a los vendedores. Pero como en la economía no hay almuerzos gratis, en el futuro próximo esos mismos inversionistas van a comprar una cantidad de dólares, aún mayor, para girar a sus casas matrices las utilidades y dividendos que obtengan por sus actividades empresariales en Colombia. Así, lo que hoy genera un exceso de oferta en el mercado cambiario que presiona a la baja el precio del dólar, en el futuro generará un exceso de demanda que inducirá el efecto contrario, es decir, la devaluación del peso.

Por esta razón, la inversión extranjera tiene un efecto similar al de la adquisición de empresas por parte de nacionales que se financian con créditos externos, como los recientes casos de las compras de Bancafé o Ecogas o al que tiene la financiación externa del déficit fiscal. La monetización de los dólares presiona hoy la revaluación, pero cuando se deban pagar los intereses y el principal de los préstamos, la demanda de dólares presionará la subida de la tasa de cambio. La diferencia radica en que en el caso de los créditos se sabe de antemano cuanto hay que pagar por el servicio de la deuda, mientras que la cuantía es incierta cuando se trata de inversión extranjera, pues entre mejores sean los resultados de las empresas adquiridas mayores serán los giros de dividendos.

Por supuesto, no pasa lo mismo con toda la inversión extranjera. Cuando se traen dólares para crear nuevas empresas que producen bienes y servicios de los que se denominan transables -es decir que se exportan o que sustituyen importaciones-, el beneficio es doble y los ingresos futuros de dólares son mayores que los egresos por concepto de giros de dividendos. Así mismo sucede con los créditos externos que se utilizan no para financiar gastos corrientes en pesos sino para ampliar la capacidad productiva de bienes transables.

El problema grave es que, con excepción del sector de hidrocarburos, la mayoría de la inversión extranjera que ha llegado a Colombia en los últimos años no ha sido para crear nuevas empresas ni mucho menos para ampliar la oferta exportable del país, sino para adquirir empresas existentes que, además, producen bienes y servicios no transables. La revista Semana dice que en los últimos tres años el país recibió más de US$20.000 millones de inversión extranjera, pero al revisar la lista de las compras hechas por las multinacionales se constata que sólo dos de ellas (por valor de US$710 millones) están destinadas a ampliar la capacidad exportadora nacional.

Por el lado de la balanza de pagos, la situación ya es preocupante. En el 2005 los egresos de divisas por concepto de giros de utilidades y dividendos ascendieron a US$3.585 millones y se estima que serán cerca de US$4.500 millones en el 2006, monto que ya es superior a las remesas que envían los colombianos en el exterior ($3.500 millones en el 2006). Si para el futuro se calcula un retorno de la inversión de sólo 10%, los giros al exterior por este concepto se incrementarán en US$2.000 millones por año, es decir que sólo para mantener en equilibrio la cuenta de la inversión extranjera se necesitarían nuevos ingresos anuales del orden de US$6.500 millones, cifra que en el pasado sólo se ha alcanzado en dos oportunidades.

El destino que se está dando a la inversión extranjera en Colombia hoy nos llena de dólares, pero en el futuro aumentará el déficit en la balanza de pagos y presionará la devaluación del peso.