¿POR QUÉ LA URGENCIA CON EL TLC?

POR MAURICIO CABRERA GALVIS

Suscita muchas preguntas la urgencia del Gobierno de que se 'discuta' en el Congreso el TLC. En noviembre del año pasado presentó el proyecto de ley para la aprobación del texto negociado, pero no esperó a tramitarlo en las sesiones ordinarias que comienzan en marzo, sino que citó a extraordinarias y envió un mensaje de urgencia para que este proyecto tuviera prioridad absoluta sobre otros temas, incluyendo el Plan de Desarrollo. Lo que se busca es la aprobación a pupitrazo limpio, como se hizo con la última reforma tributaria, de un tratado cuyos costos para el país son inmediatos y evidentes, y cuyos beneficios son sólo posibilidades para el futuro que nadie sabe si se concretarán.

Contrasta esta premura con el rechazo de Uribe a la posibilidad de que el Congreso analizara en detalle el contenido del TLC y fijara pautas y directrices para su negociación. En efecto, en el 2004, parlamentarios del Partido Liberal presentaron un proyecto de ley para que el Congreso colombiano tuviera la misma participación que tiene el norteamericano en las negociaciones de los acuerdos comerciales, de manera que el Gobierno y los negociadores tuvieran que rendirle cuentas al Congreso, tal como lo tienen que hacer en los Estados Unidos. El Presidente ordenó hundir ese proyecto y las negociaciones se mantuvieron en un círculo cerrado con informaciones esporádicas y parciales a la opinión pública.

Lo que ahora se presenta al Congreso no es la posibilidad de debatir el contenido del TLC, aprobando las cláusulas que considere convenientes y rechazando las que sean perjudiciales para el país, sino la votación de tres 'articulitos' para ratificar la totalidad del texto del acuerdo. De nuevo contrasta esta disyuntiva de todo o nada con la posición del Congreso norteamericano -en su legítimo derecho de defender los intereses de su país así no coincidan con los nuestros- de no aprobar a ciegas la totalidad del TLC, sino de exigir modificaciones en los temas laborales y ambientales que consideran desfavorables para ellos.

En este contexto, ¿por qué correr a aprobar en Colombia un texto que los Estados Unidos consideran que no es definitivo, sino que requiere correcciones? ¿Después que se hagan los cambios, el TLC deberá volver al Congreso para una nueva aprobación? La respuesta ingenua del Gobierno es que no va a haber cambios al texto, sino sólo unos anexos o cartas adjuntas, como si estas no modificaran el contenido del acuerdo. Seria irresponsable de parte del Congreso aprobar un texto que no es definitivo.

También ha dicho el Gobierno que Colombia debe aprobar rápido el TLC -así tenga cambios posteriores- porque en junio vence la prórroga a las preferencias arancelarias del Atpdea para nuestras exportaciones a EE.UU. Pero la realidad es que el Partido Demócrata, que ahora controla el Congreso de ese país, ha mostrado su rechazo al TLC y, por el contrario, ha manifestado que está dispuesto a estudiar una nueva extensión-incluso indefinida- a esas preferencias. ¿Por qué el Gobierno y los gremios no dedican su cabildeo en Washington a buscar esa merecida prórroga, que facilita el acceso de nuestras exportaciones al mercado norteamericano sin ninguna contraprestación, en lugar de luchar contra la opinión de la mayoría demócrata?

En el frente interno también hay interrogantes por resolver antes de aprobar el TLC. Por ejemplo, en el campo fiscal, los estudios del DNP y el Confis reconocen que el TLC disminuirá los recaudos tributarios entre 350 y 500 millones de dólares anuales, pero la exposición de motivos del proyecto ni menciona este hecho, violando el mandato de la Ley 819/03 que establece la obligación de que todo proyecto de ley debe incluir el análisis de su costo fiscal y la fuente de ingresos adicional generada para financiarlo.

Finalmente, la articulación con el plan de desarrollo. ¿No es más lógico que el Congreso debata y apruebe primero el nuevo Plan de Desarrollo, que debe ser la hoja de ruta básica para todas las políticas económicas y sociales, y después estudie la forma como el TLC debe integrarse dentro de ese plan? Decían las abuelas que de la carrera no queda sino el cansancio y de la urgencia por aprobar el TLC no quedará sino una política económica desarticulada.